lunes, 22 de febrero de 2010

De jacintos...



El jacinto (gen. Hyacinthus), como muchas especies de la familia de las Liliaceae (Monocotiledóneas), familia de plantas que cuenta con muchos geófitos (palabra técnica que se refiere a plantas bulbosas o rizomatosas), es muy adecuado para aportar un poco de color a los últimos coletazos del invierno y los primeros días primaverales, sobre todo en estas latitudes, donde sus bulbos comienzan a germinar de manera natural a finales de febrero o comienzos de marzo (más o menos, ya saben que la vida no es pura matemática). A veces también se utiliza en prados, parterres o rocallas otoñales.
Es una planta propia de la zona mediterránea, concretamente del Mediterráneo oriental -Asia Menor y la Península Balcánica-.
El jacinto se suele encontrar comercializado en forma de bulbos o cebollas, cuya forma recuerda a la de un queso de tetilla. Son de tamaño medio aunque voluminosos (aproximadamente de las dimensiones de un huevo de gallina) que, dependiendo de la variedad, presentan coloración en la parte externa o túnica -generalmente un color púrpura-. Hay que cuidar que sean bulbos de consistencia dura y que no presenten manchas ni roturas.
La siembra de estos bulbos se realiza en un sustrato turbo-arenoso ya que ha de tener un buen drenaje porque sus raíces no soportan fácilmente el encharcamiento. La siembra de los bulbos puede realizarse con estos completamente hundidos bajo la tierra, a una profundidad no superior a los 10 centímetros, o dejando la parte superior del bulbo, la puntiaguda (2/3 de la misma), sin cubrir de sustrato. Últimamente, sobre todo en el segundo tipo de siembra, la capa superior de tierra se suele tapizar de una corteza muscinal (musgo), seguramente para regular la humedad y proteger la superficie del bulbo que queda a la intemperie. También decir que es una planta que soporta la competencia, es decir, las cebollas se pueden plantar próximas las unas de las otras.
Otro tipo de plantación es la que se realiza en los llamados jacinteros, recipientes de vidrio con una zona inferior alargada y estrecha que se ensancha hacia la base en forma de copa. En la zona superior se ubica el bulbo, mientras que la inferior se llena de agua a la que se añade una cucharadita de sal común o un trocito de carbon mineral. La cebolla no ha de entrar en contacto con el agua, sino que serán las raíces, movidas por el higrotropismo, las que llegarán hasta esta para llevar a cabo la nutrición de la planta.
Ubicado en un lugar soleado y tras ser regado de manera constante y regular aunque con poca cantidad de agua, se vislumbrarán las hojas que forman la roseta basal y los primeros estadios de la inflorescencia.
Una vez alcanzada la madurez, la planta rebasará, aproximadamente, los 20-30 centímetros de altura, quedando constituida por una roseta basal de 4-6 hojas, lineares, ligeramente crasas que pueden rebasar o no a la inflorescencia, y una, dos o varias (dependiendo de la variedad) inflorescencias de tipo espiga-racimo dispuesta sobre un pie o escapo grueso. Sobre la inflorescencia se reúnen flores con perianto formado por 6 tépalos que pueden ser de color diverso -azules, rojos, amarillos o blancos- y de diferentes tonalidades. Poseen un perfume fragante y delicado.
La reproducción del jacinto se puede realizar de manera sexual o asexual, predominando en jardinería esta última para lo que se realizan unos cortes en un bulbo para que proliferen bulbillos que se transplantarán y conservarán en diferentes tipos de sustratos durante periodos de tiempo largos (incluso años) para su engorde y madurez.
Aunque como planta ornamental sea sobradamente conocida y de la que existen multitud de variedades (en el siglo XVIII se llegaron a cultivar en los Países Bajos, su principal productor desde entonces, hasta 2000 de estas variedades), entre las que destacan los cultivares de “City of Haarlem” –amarillo-, “Carnegie” –blanco-, “Jan Bos” –rojo- o “Delft Bleu” –azul-, todas ellas derivan de la especie Hyacinthus orientalis L.
Para terminar, una nota romántica... En la simbología, el jacinto representa una señal de luto. Seguramente este significado procede del mito griego en el que, Jacinto, un hermoso joven amado por el dios Apolo, muere a consecuencia del golpe que recibe por el disco que lanza el segundo para impresionarlo. Apolo, afligido por el trágico suceso, transforma la sangre que brota del cuerpo de Jacinto en una flor sobre la que derrama sus lágrimas.
Y poquito más…

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