viernes, 2 de julio de 2010

Vivir eternamente



Comenzamos el mes de julio con otra de esas plantas resistentes a los rigores del verano, las siemprevivas (género Sempervivum). Con características compartidas con algunas plantas que ya hemos descrito anteriormente y que pertenecen a la misma familia botánica -Crassulaceae-(ver la ficha de Aeonium sp. pl.), las especies de este género poseen unas características, tanto morfológicas, como ecológicas que las convierten en plantas de gran valor ornamental.
El género Sempervivum cuenta con alrededor de 40 especies (y con una ingente cantidad de hibridos ya que su capacidad de cruzamiento es enorme), entre las que podemos destacar Sempervivum arachnoideum o S. tectorum o S. montanum. Las palabras latinas “semper” (siempre) y “vivum” (viva), hacen referencia a su condición de plantas perennes que resisten las más variadas condiciones ambientales, desde las altas temperaturas, a las bajas, así como todo tipo de suelos, prefiriendo los arenosos y de perfiles poco desarrollados. Son plantas distribuidas en todas las montañas que circundan el Mediterráneo (los Pirineos, los Alpes, el Atlas, los Cárpatos y el Cáucaso).
Morfológicamente son plantas que crean comunidades formadas por individuos monocárpicos constituidos por un eje sobre el que se disponen helicoidalmente las piezas foliares a modo de roseta basal. Las hojas, crasas todas ellas, son de lineares a cordiformes, generalmente oblongo lanceoladas y finalmente mucronadas o acuminadas; éstas a veces presentan pilosidades o tricomas (S. arachnoideum) y están recubiertas por ceras que las impermeabilizan. De un verde grisáceo o más vivo, suelen colorearse de púrpura conforme nos aproximamos al ápice de la hoja.
La floración tiene lugar en ejemplares adultos, desarrollándose sobre un escapo floral más alto que la roseta basal, sobre el que se disponen hojas de menor tamaño y una inflorescencia de tipo cimoso (algunos autores añaden que escorpiode). En esta se desarrollan las flores, actinomorfas, constituidas por un receptáculo sepaloide, un número de piezas petaloides pentámeras (múltiplos de cinco, como toda la familia), estambres y carpelos libres.
La multiplicación se lleva a cabo de manera sexual (mediante semillas) o a través de las plántulas jóvenes que emergen de la base de otra más adulta.
Refiriéndonos a la etnobotánica del género, decir que eran plantas utilizadas en la curandería (citada ya por Dioscorides y Teofrasto), así como se creía que protegían a los hogares de los rayos al desarrollarse sobre muchos tejados.