miércoles, 28 de marzo de 2012

Azucenas inmaculadas





Se acerca la Semana Santa y con ella florecerán pasos y tronos… Y entre los colores que acompañarán a vírgenes y cristos, tendremos los de la azucena.

Aunque también se conocen por el nombre de lirios (que aviso puede inducir a un error con el género Iris), las azucenas, representantes de la familia Liliaceae, pertenecen al género Lilium, que incluye a unas 120 especies distribuidas por las regiones templadas del hemisferio norte, sobre todo en Norteamérica , Europa y la mayor parte de Asia, incluidas Japón, India y Filipinas, además de gran cantidad de híbridos muy utilizados en la industria de la flor cortada.

Este grupo de plantas son geófitos anuales o bianuales que poseen bulbos o rizomas subterráneos, escamosos o desnudos, que acumulan sustancias de reserva durante el invierno y desarrollan raíces profundas y carnosas, que brotan a mediados de primavera. La parte aérea de la planta se desarrolla sobre un vástago que puede alcanzar bastante altura (alrededor de 1 metro), sobre el que se disponen las hojas, simples, sésiles, ligeramente envainantes en su parte basal, alternas, lanceoladas, paralelinervias, con margen de entero a dentado, con alrededor de 10 cm de longitud y de color verde claro e intenso. Es típica de estas plantas la formación de unas raíces aéreas en la parte basal del tallo para absorber nutrientes y agua. En la zona final de este vástago y al final de la primavera o comienzos del otoño, se desarrolla una inflorescencia en forma de panícula constituida por varias flores (de 1 a 5), de gran tamaño, con forma de trompeta, copa o turbante, erectas o colgantes, cuyo perianto está constituido por seis tépalos, blancos o con coloraciones que van de los tonos crema a rosados y que generalmente se presentan salpicados de manchas crípticas. Los estambres (6) y el gineceo (trilocular) son evidentes. Desprenden un aroma nocturno que facilita la polinización por parte de insectos especializados, tras la que se obtendrán cápsulas dehiscentes donde se encuentran abundantes semillas (sobre 200).

La azucena, aunque es una planta de cultivo directo en el sustrato, también puede desarrollarse en maceta, teniendo en cuenta que necesita bastante espacio para desarrollar las raíces. Debido a que su hábitat natural es el sotobosque de hoja caduca, es una planta que necesita un sustrato con abundante materia orgánica, fresco y húmedo, por lo que conviene bastante aporte de agua, así como zonas semiumbrosas en las que las flores reciban la irradiación solar y puedan huir del calor estival. Los bulbos/rizomas de esta planta soportan temperaturas extremas. Decir que se desarrollan año tras año, aunque, para favorecer la floración, es necesario extraer los bulbos y trasplantarlos cada 3-4 años.

La reproducción, aunque se puede realizar mediante semilla, típicamente se lleva a cabo por la división de los rizomas o bulbillos que aparecen en el rizoma o los tallos, para lo que se requiere cierta formación, por lo que el que aquí redacta, recomienda su adquisición en tiendas especializadas.

Como dato interesante comentar que la flor de la azucena ocupa el quinto puesto en ventas mundiales de flor cortada, siendo muy característica en los ramos de novia por su belleza, persistente aroma y larga vida.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Geranios




Cuando las tardes se alargan y el sol comienza a calentar (aunque por estos lares sea más necesaria la lluvia que la sequía), no sólo proliferan las heladerías y otro tipo de mobiliario urbano, sino que también empiezan a florecer los balcones plagados de los conocidos geranios.
El geranio (familia Geraniaceae), la planta más conocida en nuestro país para engalanar todo tipo de fachadas, aunque en principio cabría esperar que perteneciese al género botánico Geranium, no es así, ya que se adscribe a Pelargonium, concretamente a las especies Pelargonium hortorum, una planta nativa de Norteamérica que se introdujo en Europa en el siglo XVIII, aunque existen muchas otras como Pelargonium grandiflorum, P. capitatum, P. radens, P. odoratissimum, P. graveolens o P. zonale, muchas de ellas originarias de Sudáfrica, que también se cultivan con el nombre genérico de geranios. El geranio es una planta de porte semiarbustivo y perenne –sobre todo en su hábitat natural-, con un aparato radicular medianamente desarrollado, lo que permite plantarla en tiestos y macetas, y un tallo de 30 a 70 cm de altura, semileñoso, ligeramente carnoso y de sección cilíndrica, que posee una epidermis lisa y blanquecina en la juventud, y agrietada y oscura en la senectud. Sobre este se disponen las hojas de tipo simple, alternas, pecioladas, reniformes, de margen lobulado o sinuoso, ligeramente suculentas, de color verde oscuro y opaco, surcadas por una franja de color púrpura y la mayoría cubiertas de pilosidad que les confieren un aspecto pubescente, afelpado y blanquecino. En las hojas podemos encontrar gran cantidad de glándulas que producen geraniol, el aceite esencial propio de estas plantas y que les da un olor característico. Al final de los tallos se desarrolla la inflorescencia que, como en el resto del género es de tipo pseudoumbeliforme o cima, en las que encontramos, en número variable, flores pentámeras de colores que van del blanco al fucsia, pasando por rosas y anaranjados, con gineceo súpero y pentalocular, numerosos estambres y estaminodios –generalmente en número de tres-. Tras la fecundación se forma un fruto de tipo seco, dehiscente, del que se separan cinco cápsulas que dejan ver una zona superior picuda que queda unida al estilo y que recuerda al pico de la cigüeña, animal que en griego se denomina “pelargos” que por derivación latina da nombre a esta planta (“geranos” también es la palabra griega para referirse a la grulla).
El geranio necesita iluminación directa y temperaturas cálidas, aunque soporta pequeñas heladas. Se recomienda un sustrato semiarenoso con aporte de materia orgánica, y un riego moderado. Realizando una poda invernal, eliminando las inflorescencias muertas y despuntando los tallos, se facilita la aparición de nuevas flores durante la siguiente temporada. Su reproducción puede llevarse a cabo mediante esqueje semileñoso o semilla. Entre las plagas más conocidas del geranio encontramos la de la mosca blanca del geranio, que en su fase de larva taladra los tallos del mismo, provocando severas consecuencias a los ejemplares.
Sobre las cualidades estéticas del geranio poco hay que decir… Sus coloraciones en el rango del magenta (color primario), las hacen muy adecuadas para dar un colorido constante a balcones y
terrazas, y dada su incesante floración en primavera y verano. Al mismo tiempo se pueden combinar con flores de color blanco, crema o anaranjados.

martes, 28 de febrero de 2012

Orquídeas elegantes para la primavera



Llega la primavera y con ella, las flores… Empiezan a despuntar los almendros y los tulipanes llenan los parterres de color, y aunque ambos poseen gran belleza, hoy me he decantado por otra planta más exótica y elegante, la Phalaenopsis u orquídea mariposa.
Las orquídeas mariposa (del griego “phalaina”, mariposa, y “opsis”, parecido) u orquídeas boca, pertenecen al género Phalaenopsis (familia Orchidaceae), en el que destacan unas 60 especies, como Phalaenopsis schilleriana, Ph. amabilis o Ph. violacea. Como muchas orquídeas tropicales, las representantes de este género que tiene su centro de distribución en el sudeste asiático –Filipinas, Indonesia o Taiwán-, son mayormente epífitas y desarrollan su ciclo vital sobre las oquedades de las ramas de otras especies arbóreas donde se acumula abundante materia orgánica. Formadas por un tallo muy corto a modo de roseta basal, del que surgen unas raíces cilíndricas y esponjosas con un velamen de color verdoso o azul apagado, que están especializadas en captar la humedad ambiental y otra serie de nutrientes, además de fijar a la planta al sustrato. En este se disponen una serie de hojas imbricadas, generalmente persistentes, en número variable (de 3 a 7), de color verde intenso y brillantes por el haz, y a veces rojizo por el envés, con margen entero, lanceoladas y con el nervio medio marcado. De entre esta roseta emerge la inflorescencia, dispuesta sobre un pedúnculo floral, cilíndrico y delgado, de longitud variable (entre 25 y 40 cm generalmente, aunque llega a alcanzar hasta los 100 cm en especies hibridas), sobre el que se disponen las flores en racimo. Estas flores, que van del blanco al púrpura, están formadas por una corola tepaloide de seis piezas dispuestas en dos pisos, entre las que destaca el labelo, fuertemente trilobulado, con dos característicos apéndices alargados en el ápice o con cilios. Estambres y cilios están unidos y el gineceo es alargado. Tras la fecundación, a través de las polínias, se forma una cápsula, alargada, que se abre por unas valvas que dejan salir a las diminutas semillas al exterior.
La reproducción de las orquídeas se considera una de las más complicadas del reino vegetal, sobre todo porque las semillas necesitan para germinar la asociación con un hongo y establecer micorrizas con especies fúngicas (Glomus sp. pl.) que favorezcan la nutrición y desarrollo del embrión. Por todo ello, la reproducción in vitro de estas plantas necesita una infraestructura muy compleja que suele realizarse en medios orgánicos estériles (más información aquí). Los requerimientos ecológicos de estas plantas se basan en la presencia de humedad ambiental (riego abundante, pulverización de agua o un microclima húmedo creado a partir de la evaporación de agua en un recipiente mayor que el tiesto –truco que vi en la casa de una amiga japonesa-), temperaturas templadas (15-30ºC) y luminosidad indirecta (no olvidemos que estas orquídeas habitan selvas de follaje tupido que dejan poco paso a la luz directa). Respecto a abonos o sustratos, decir que pueden abonarse estacionalmente, aunque no en exceso. A mi parecer son especies que han de cultivarse en terrazas acristaladas o directamente en el interior.
Y por último, unas consideraciones estéticas. Las Phalaenopsis, debido a sus varas estilizadas coronadas por flores de tonos inmaculados y cremosos, se han convertido en un reclamo visual inestimable en cuanto a decoración de interiores se refiere. La elegancia y sutilidad de estas plantas, dota a los espacios de cierto sosiego y tranquilidad, a la par que dan una nota de color y naturalidad a las estancias del hogar, una moda que se ha generalizado en los últimos años.

lunes, 23 de enero de 2012

Aroma a lavanda







El arbusto del que hablaré hoy es uno de los más utilizados en la xerojardinería actual, ya que es una planta que se adapta con gran facilidad a climas cálidos y secos y se hibrida con gran facilidad dando lugar a cultivares que además de poseer esta gran capacidad de adaptación, producen floraciones muy llamativas. Ahí vamos con la lavanda…
Llamado vulgarmente lavanda, el género Lavandula (familia Lamiaceae) engloba a más de treinta especies y unos cuantos híbridos. Es una planta que crece en lugares de todo el planeta, aunque es más frecuente en aquellos con clima mediterráneo. Lavandula stoechas, L. angustifolia o L. intermedia, son especies propias de la Península Ibérica, muy abundantes en encinares y zonas boscosas.
La lavanda es un caméfito, mata o pequeño arbusto de tonalidades grises, con tallos leñosos, generalmente en la base, y puntualmente nudosos, algo estriados en la superficie, sobre los que se disponen unas hojas de color grisáceo, apagado, debido a la abundante pilosidad que las cubre, opuestas, simples, con margen entero –algunas entero-, en las especies ibéricas de tipo sublinear, y en las que hay abundantes glándulas que secretan los aceites esenciales que proporcionan el aroma tan característico de estos vegetales. La floración se desarrolla durante la primavera. De entre las hojas, emergen unos ejes florales de longitud variable dependiendo de la especie, sobre los que se disponen, en la zona terminal, las inflorescencias de tipo verticilastro, que están compactadas formando una especie de espiga. En cada uno de estos pisos se sitúan las flores, nectaríferas en todas las especies, que están acompañadas por unas brácteas coloreadas generalmente de violeta pálido. Coronando esta espiga, pueden aparecer otras brácteas de diferente forma y coloración al resto, véase el caso del cantueso (L. stoechas subsp. pedunculata). Tras la fecundación y como ocurre con toda esta familia, las labiadas, se forma un fruto seco llamado tetranúcula.
La reproducción de la lavanda se lleva a cabo mediante el enraizamiento de estacas semileñosas (muy utilizado también en especies como el romero o el tomillo, que pertenecen a la misma familia botánica), así como por germinación de las semillas, un proceso mucho más lento.
Debido al tamaño de la especie, su vigor, sus requerimientos ecológicos, su vistosidad y su aroma, la lavanda a pasado a formar parte de muchos parques y jardines que pretenden minimizar el riego sin descuidar el valor paisajístico de los mismos, y tambien puede considerarse una planta apta para el cultivo en balcones y terrazas, sobre todo en áticos y zonas que reciben gran insolación.
Los usos de la lavanda son bien conocidos, sobre todo aquellos que se relacionan con su aroma: ambientadores, cosméticos o gastronómicos. En muchos lugares de la costa mediterránea (Italia o Croacia), los ramos de sus inflorescencias, se utilizan con fin ornamental.

lunes, 16 de enero de 2012

De brezos











Continuamos con el recorrido dedicado a los arbustos susceptibles de formar parte de nuestros jardines en altura, deteniéndonos hoy en una serie de especies vegetales que son denominados bajo un mismo nombre, los brezos.
Existen bastantes especies de brezos, una serie de especies arbustivas que engalanan muchas zonas elevadas de la mayor parte de Europa, así como otras regiones africanas. Todas ellas pertenecen a la misma familia botánica, Ericaceae, y a dos géneros, el género Erica, mayoritario –Erica arborea, E. cinerea, E. vulgaris, E. scoparia- y que da nombre a la familia, y el género Calluna, representado por una única especie en la Península Ibérica -Calluna vulgaris-. La mayor parte de los brezos son de porte arbustivo y no alcanzan el metro de altura, aunque en condiciones favorables podemos encontrar ejemplares de hasta 10 metros, como en el caso de Erica arborea (véanse los ejemplares de la laurisilva canaria o el Parque Nacional de Monfragüe). Su corteza suele ser de tonalidades apagadas y superficialmente estriada; en algunas especies, la de los tallos jóvenes aparece cubierta de unos tricomas o pelos blanquecinos. Aunque cada especie tiene sus propias características, las hojas de los brezos son persistentes, pequeñas (entre 1 y 8 mm de longitud), lineares, ligeramente aciculares, verdes, dispuestas generalmente en verticilos de 1 a 4, generalmente lampiñas y pueden tener los márgenes revolutos.
En primavera-verano, sobre el extremo de las ramas aparecen las flores, generalmente dispuestas en inflorescencias de tipo panícula o racimo, formadas por numerosas flores tetrámeras-pentámeras, pequeñas, pediceladas, con la forma acampanada característica de estas especies, y de colores como el blanco, el verdoso, el rosado, el fucsia o el púrpura. Estas flores de las que se sirven las abejas para fabricar una miel muy conocida, también pueden estar acompañadas por una serie de brácteas, normalmente en número de 3. Las características del androceo y el gineceo dependen de la especie, aunque todas ellas, tras la fecundación desarrollan un fruto de tipo cápsula que contiene las semillas.
Son plantas que se pueden reproducir fácilmente a través de semilla o estacas leñosas tratadas con hormonas de enraizamiento. La mayor parte de los brezos son acidófilos, es decir, prefieren un sustrato silíceo, descalcificado y con poca materia orgánica, al mismo tiempo que requieren humedad, cierta umbrosidad y temperaturas suaves durante el verano, pudiendo soportar el frío extremo en la época invernal.
Los brezos son ideales para engalanar terrazas durante el invierno, ya que son plantas siempreverdes resistentes a los rigores de esta época, y la primavera, época donde tiene lugar la floración, tan vistosa en muchas especies. Generalmente, en tiestos y macetas, no alcanzan tamaños considerables, por lo que no resultan muy aparatosas de cultivar.
Como apunte curioso resaltar las cualidades de su madera, de grano fino, dura y resistente, con la que se han fabricado pipas para fumar, astiles o carbón de alta capacidad calorífica.

miércoles, 11 de enero de 2012

Rododendros y azaleas







Y dando paso al 2012, este año que comienza, les traigo un nuevo arbusto que se cría en estas latitudes y que puede constituir uno de los pilares de nuestro jardín en altura particular, el rododendro.
También conocidos con el nombre de azaleas, los rododendros son plantas leñosas, arbustivas que pertenecen al género Rhododendron (familia Ericaceae) que cuenta con unas 1000 especies en todo el mundo. Al ser un grupo tan numeroso, es fácil dar con multitud de clasificaciones y criterios taxonómicos muy dispares, por lo que un servidor prefiere citar las especies más conocidas y dejarse de embrollos nomenclaturales… Se podría decir que el género se distribuye en el hemisferio norte con un centro de dispersión en China occidental, aunque también encontramos especies tropicales y subtropicales del hemisferio sur. Suelen ser especies arbustivas, cuyos tallos van desde los 25 cm de altura a los 4 metros (R. arboreum). Sobre estos se disponen las hojas, persistentes y siempre verdes, alternas, aunque con cierta tendencia a la disposición helicoidal. De color verde intenso, brillantes en el haz, ovaladas, de un tamaño que oscila entre los 2-50 cm de longitud dependiendo de la especie, y un envés a veces cubierto por páleas, escamas o tomento. En el ápice de cada rama y en primavera, sobre la zona apical de los tallos, se desarrollan las flores, generalmente en grupos, aunque también pueden ser solitarias. Estas suelen ser de colores vivos que pertenecen a la gama del blanco-rosado-carmín-violeta, aunque la gran cantidad de cultivares híbridos que comercializan hoy día pueden dar lugar a flores con amplía variedad de colorido. Las flores son relativamente grandes y vistosas, zigomorfas, en principio pentámeras (muchos cultivares híbridos duplican las piezas petaloides para dar más volumen a estas) y de forma acampanada, sobre las que sobresalen los estambres y el estigma
Estas plantas prefieren un sustrato de pH ácido (silíceo o calizo muy lavado), bien drenado y con gran aporte de materia orgánica. Requiere al mismo tiempo temperaturas suaves (es termoresistente, pero no extrema) y cierta humedad ambiental, por lo que se recomienda llevar a cabo riegos frecuentes, sobre todo en el estío. No se recomienda exponerlas directamente al sol, ya que puede dañarlas.
La reproducción puede llevarse a cabo con estacas sobre las que es preferible usar hormonas de enraizamiento, o a partir de la germinación de semillas, mucho más difícil y lenta. Se pueden utilizar para el arte del bonsai.
Son plantas muy tóxicas debido a la producción de la grayanotoxina, un compuesto venenoso que esta presente en el néctar y el polen, por lo que la miel que deriva de estas no es comestible. Ello no quita para que se hayan utilizado para tratar el reuma o como planta vulneraria. Se utilizan en muchos países para confeccionar coronas funerarias.
Los rododendros son una verdadera pasión en jardinería, no sólo en la actualidad, sino en épocas pasadas -llegó a ser un símbolo en la jardinería europea del siglo XIX-, sobre todo en el mundo anglosajón (Islas Británicas y Norteamérica), así como en el oriental (Japón y China), en el que simbolizan la feminidad, la templanza y el primer amor.
Destacar que en la Península Ibérica contamos con dos especies de Rhododendron, R. ponticum, que se desarrolla en la vegetación terciaria de la Serranía de Ronda y la Sierra de las Nieves (provincias de Cádiz y Málaga), y R. ferrugineum que se distribuye en las cumbres pirenaicas.