Continuamos con el recorrido dedicado a los arbustos susceptibles de formar parte de nuestros jardines en altura, deteniéndonos hoy en una serie de especies vegetales que son denominados bajo un mismo nombre, los brezos.
Existen bastantes especies de brezos, una serie de especies arbustivas que engalanan muchas zonas elevadas de la mayor parte de Europa, así como otras regiones africanas. Todas ellas pertenecen a la misma familia botánica, Ericaceae, y a dos géneros, el género Erica, mayoritario –Erica arborea, E. cinerea, E. vulgaris, E. scoparia- y que da nombre a la familia, y el género Calluna, representado por una única especie en la Península Ibérica -Calluna vulgaris-. La mayor parte de los brezos son de porte arbustivo y no alcanzan el metro de altura, aunque en condiciones favorables podemos encontrar ejemplares de hasta 10 metros, como en el caso de Erica arborea (véanse los ejemplares de la laurisilva canaria o el Parque Nacional de Monfragüe). Su corteza suele ser de tonalidades apagadas y superficialmente estriada; en algunas especies, la de los tallos jóvenes aparece cubierta de unos tricomas o pelos blanquecinos. Aunque cada especie tiene sus propias características, las hojas de los brezos son persistentes, pequeñas (entre 1 y 8 mm de longitud), lineares, ligeramente aciculares, verdes, dispuestas generalmente en verticilos de 1 a 4, generalmente lampiñas y pueden tener los márgenes revolutos.
En primavera-verano, sobre el extremo de las ramas aparecen las flores, generalmente dispuestas en inflorescencias de tipo panícula o racimo, formadas por numerosas flores tetrámeras-pentámeras, pequeñas, pediceladas, con la forma acampanada característica de estas especies, y de colores como el blanco, el verdoso, el rosado, el fucsia o el púrpura. Estas flores de las que se sirven las abejas para fabricar una miel muy conocida, también pueden estar acompañadas por una serie de brácteas, normalmente en número de 3. Las características del androceo y el gineceo dependen de la especie, aunque todas ellas, tras la fecundación desarrollan un fruto de tipo cápsula que contiene las semillas.
Son plantas que se pueden reproducir fácilmente a través de semilla o estacas leñosas tratadas con hormonas de enraizamiento. La mayor parte de los brezos son acidófilos, es decir, prefieren un sustrato silíceo, descalcificado y con poca materia orgánica, al mismo tiempo que requieren humedad, cierta umbrosidad y temperaturas suaves durante el verano, pudiendo soportar el frío extremo en la época invernal.
Los brezos son ideales para engalanar terrazas durante el invierno, ya que son plantas siempreverdes resistentes a los rigores de esta época, y la primavera, época donde tiene lugar la floración, tan vistosa en muchas especies. Generalmente, en tiestos y macetas, no alcanzan tamaños considerables, por lo que no resultan muy aparatosas de cultivar.
Como apunte curioso resaltar las cualidades de su madera, de grano fino, dura y resistente, con la que se han fabricado pipas para fumar, astiles o carbón de alta capacidad calorífica.
Existen bastantes especies de brezos, una serie de especies arbustivas que engalanan muchas zonas elevadas de la mayor parte de Europa, así como otras regiones africanas. Todas ellas pertenecen a la misma familia botánica, Ericaceae, y a dos géneros, el género Erica, mayoritario –Erica arborea, E. cinerea, E. vulgaris, E. scoparia- y que da nombre a la familia, y el género Calluna, representado por una única especie en la Península Ibérica -Calluna vulgaris-. La mayor parte de los brezos son de porte arbustivo y no alcanzan el metro de altura, aunque en condiciones favorables podemos encontrar ejemplares de hasta 10 metros, como en el caso de Erica arborea (véanse los ejemplares de la laurisilva canaria o el Parque Nacional de Monfragüe). Su corteza suele ser de tonalidades apagadas y superficialmente estriada; en algunas especies, la de los tallos jóvenes aparece cubierta de unos tricomas o pelos blanquecinos. Aunque cada especie tiene sus propias características, las hojas de los brezos son persistentes, pequeñas (entre 1 y 8 mm de longitud), lineares, ligeramente aciculares, verdes, dispuestas generalmente en verticilos de 1 a 4, generalmente lampiñas y pueden tener los márgenes revolutos.
En primavera-verano, sobre el extremo de las ramas aparecen las flores, generalmente dispuestas en inflorescencias de tipo panícula o racimo, formadas por numerosas flores tetrámeras-pentámeras, pequeñas, pediceladas, con la forma acampanada característica de estas especies, y de colores como el blanco, el verdoso, el rosado, el fucsia o el púrpura. Estas flores de las que se sirven las abejas para fabricar una miel muy conocida, también pueden estar acompañadas por una serie de brácteas, normalmente en número de 3. Las características del androceo y el gineceo dependen de la especie, aunque todas ellas, tras la fecundación desarrollan un fruto de tipo cápsula que contiene las semillas.
Son plantas que se pueden reproducir fácilmente a través de semilla o estacas leñosas tratadas con hormonas de enraizamiento. La mayor parte de los brezos son acidófilos, es decir, prefieren un sustrato silíceo, descalcificado y con poca materia orgánica, al mismo tiempo que requieren humedad, cierta umbrosidad y temperaturas suaves durante el verano, pudiendo soportar el frío extremo en la época invernal.
Los brezos son ideales para engalanar terrazas durante el invierno, ya que son plantas siempreverdes resistentes a los rigores de esta época, y la primavera, época donde tiene lugar la floración, tan vistosa en muchas especies. Generalmente, en tiestos y macetas, no alcanzan tamaños considerables, por lo que no resultan muy aparatosas de cultivar.
Como apunte curioso resaltar las cualidades de su madera, de grano fino, dura y resistente, con la que se han fabricado pipas para fumar, astiles o carbón de alta capacidad calorífica.
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