martes, 21 de enero de 2014

miércoles, 3 de abril de 2013

Teoría del color (I)



Como en cualquier proceso de diseño, a la hora de estructurar la disposición de los elementos que configuraran nuestras terrazas y/o balcones, hemos te tener en cuenta factores visuales muy importantes. De entre todos ellos, es el color (también la textura o la forma) el más importante ya que para realzar el valor estético de un balcón, una creación que se disfruta desde la lejanía, la armonía en la ubicación de estos es tan importante como en un cuadro de Velázquez.
Para ello y, como haría cualquier pintor, hemos de adentrarnos en las bases de la teoría del color, que no deja de ser la teoría de la luz…. Si hablamos de días tenemos claridad, de ahí que al blanco lo llamemos presencia de luz. Si por el contrario nos referimos a la noche, tenemos ausencia de luz o negro. La luz, por su naturaleza ondulatoria, puede descomponerse en otra serie de radiaciones u ondas que presentan una coloración diferente, un fenómeno que ocurre de manera espontánea en los días de tormenta y que le damos el nombre de arco iris. Es así como observamos una gama de colores entre los que se cuentan: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y añil o lila, seis ondas diferentes que reciben el nombre de colores fundamentales.
Además, si tenemos en cuenta que cualquier onda puede reflejarse cuando se encuentra con un medio capaz de hacerlo -un fenómeno llamado reflexión-, sabemos que los colores o radiaciones del espectro visible (espectro de emisión de la luz), son capaces de reflejarse, es por este motivo por el cual nosotros vemos un objeto de un color determinado: ese objeto absorbe todas las radiaciones excepto una en concreto, aquella a la que pertenece el color que estamos viendo. Por ejemplo, las rosas rojas absorben todas las radiaciones de la luz y refleja la radiación que corresponde al rojo, debido a una sustancia química que presentan los pétalos de esta flor y que recibe el nombre de pigmento.


Una vez hecha esta pequeña introducción debemos centrarnos en los pigmentos, sus propiedades y combinaciones… Son tres los pigmentos llamados primarios: magenta, amarillo limón o proceso, y azul cyan o proceso. De la combinación de estos surgen otros llamados pigmentos secundarios:
-De la suma del magenta y el amarillo nace el naranja.
-De la suma del magenta y el azul cyan surge el violeta.
-De la mezcla entre azul proceso y el amarillo limón se obtiene el verde.
Estos seis colores (los que veíamos en el arco iris) pueden agruparse en dos grupos: por un lado tendríamos el grupo de los colores fríos (azul cyan, verde y violeta), mientras que por otro lado tenemos los colores cálidos, donde se incluyen el magenta, el naranja y el amarillo limón.
Teniendo en cuenta estos dos grandes grupos tenemos la primera lección en cuanto al color de las flores que adornen nuestros balcones: las plantas y sus flores se pueden agrupar dependiendo de estas dos gamas. Si queremos transmitir sensaciones de calidez, entusiasmo, felicidad, energía, luminosidad o pasión nose decantaremos por el rojo o magenta, el amarillo y el naranja. Si por el contrario nuestra intención es la de profundidad, naturalidad, calma, estabilidad, confianza, poder, ambición o misterio, utilizaremos el azul, el verde o el morado.
La combinación entre unos y otros se estudiará en la próxima entrega… ¡Nos vemos entonces!

martes, 19 de marzo de 2013

Sobre la repetitividad de elementos







Son muchos los que piensan que para tener un balcón de lo más llamativo deben plagarlo de cientos de tiestos y que en cada uno de ellos han de plantar una especie diferente, es decir, construir en toda regla una amalgamada selva artificial donde  destace el follaje y se pierda el sentido estético. Es por ello que durante esta primavera me centraré en algunas consideraciones que pueden ser útiles a la hora del ajardinamiento de terrazas y balcones, empezando con la repetición.
Es cierto que cuando muchos se encuentran con algún balcón plagado de geranios rojos piensan que es insulso y carece de personalidad. Otros, por el contrario, pensarán que es una cuestión práctica (si a alguien le funciona bien cierta especie en su terraza, ¿por qué ha de cambiarla?). Puede que su propietario aduzca un gran sentido del minimalismo o que una plaga haya acabado con el resto que las acompañaban, pero lo cierto es que ese balcón verdirrojo ha captado la atención de quienes lo contemplan, compartan o no el gusto por él.
La repetición de un motivo, sea este geométrico, decorativo o floral, es un recurso muy utilizado en la organización de espacios ajardinados. Lo repetitivo, además de ser llamativo, da un sentido de continuidad, de ritmo a las imágenes, y ordena el espacio disponible, realzando por tanto el valor estético de cualquier arte decorativa, que, al fin y al cabo, de eso trata la jardinería.
Cuando hablamos de repetitividad debemos tener en cuenta una serie de consideraciones entre las que se cuentan el número de elementos repetidos, el motivo a repetir y el espacio del que disponemos, parámetros todos ellos muy relacionados y sobre los que podrían aplicarse las leyes de la ciencia geométrica, una disciplina matemática con mucho que decir al respecto de diseño. Pese a esta complejidad y gracias al ensayo-error, les reúno algunas que he entresacado de mi propia experiencia:
-Los motivos a repetir deben estar construidos por 2 a 4 elementos. De 2 a 3 si estos elementos botánicos van a repetirse sobre un mismo plano, y de 3 a 4 si van a disponerse en dos planos de visión (una baranda y la pared, por ejemplo). Combinar más elementos sería amalgamar demasiado la vista y la diferenciación de los elementos sería difícil.
- Para elegir el motivo debemos considerar la forma y el color de los elementos que los constituyan.
- Para intercalar estos elementos y refiriéndonos al color, es preferible usar gamas parecidas, la complementariedad y la neutralidad, y evitar así repeticiones bruscas y desagradables.
- La repetición, por sí sola, no es un valor seguro a la hora de diseñar una terraza ajardinada, sino que ha de valerse de otro parámetro básico como es la simetría.
- Lo repetitivo muchas veces no sólo depende de la naturaleza de las especies, sino de la mano del hombre, véase el caso de las podas en los setos.
- Es recomendable añadir elementos que separen las pautas repetitivas o que las interrumpan, de manera que la vista pueda descansar cuando las encuentre (por ejemplo, en un largo parterre siempre se agradece un par de grandes macetas).
En cualquier caso y a pesar de estas consideraciones, el resultado final de terrazas o balcones depende de muchos factores que iremos desgajando paulatinamente.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Azucenas inmaculadas





Se acerca la Semana Santa y con ella florecerán pasos y tronos… Y entre los colores que acompañarán a vírgenes y cristos, tendremos los de la azucena.

Aunque también se conocen por el nombre de lirios (que aviso puede inducir a un error con el género Iris), las azucenas, representantes de la familia Liliaceae, pertenecen al género Lilium, que incluye a unas 120 especies distribuidas por las regiones templadas del hemisferio norte, sobre todo en Norteamérica , Europa y la mayor parte de Asia, incluidas Japón, India y Filipinas, además de gran cantidad de híbridos muy utilizados en la industria de la flor cortada.

Este grupo de plantas son geófitos anuales o bianuales que poseen bulbos o rizomas subterráneos, escamosos o desnudos, que acumulan sustancias de reserva durante el invierno y desarrollan raíces profundas y carnosas, que brotan a mediados de primavera. La parte aérea de la planta se desarrolla sobre un vástago que puede alcanzar bastante altura (alrededor de 1 metro), sobre el que se disponen las hojas, simples, sésiles, ligeramente envainantes en su parte basal, alternas, lanceoladas, paralelinervias, con margen de entero a dentado, con alrededor de 10 cm de longitud y de color verde claro e intenso. Es típica de estas plantas la formación de unas raíces aéreas en la parte basal del tallo para absorber nutrientes y agua. En la zona final de este vástago y al final de la primavera o comienzos del otoño, se desarrolla una inflorescencia en forma de panícula constituida por varias flores (de 1 a 5), de gran tamaño, con forma de trompeta, copa o turbante, erectas o colgantes, cuyo perianto está constituido por seis tépalos, blancos o con coloraciones que van de los tonos crema a rosados y que generalmente se presentan salpicados de manchas crípticas. Los estambres (6) y el gineceo (trilocular) son evidentes. Desprenden un aroma nocturno que facilita la polinización por parte de insectos especializados, tras la que se obtendrán cápsulas dehiscentes donde se encuentran abundantes semillas (sobre 200).

La azucena, aunque es una planta de cultivo directo en el sustrato, también puede desarrollarse en maceta, teniendo en cuenta que necesita bastante espacio para desarrollar las raíces. Debido a que su hábitat natural es el sotobosque de hoja caduca, es una planta que necesita un sustrato con abundante materia orgánica, fresco y húmedo, por lo que conviene bastante aporte de agua, así como zonas semiumbrosas en las que las flores reciban la irradiación solar y puedan huir del calor estival. Los bulbos/rizomas de esta planta soportan temperaturas extremas. Decir que se desarrollan año tras año, aunque, para favorecer la floración, es necesario extraer los bulbos y trasplantarlos cada 3-4 años.

La reproducción, aunque se puede realizar mediante semilla, típicamente se lleva a cabo por la división de los rizomas o bulbillos que aparecen en el rizoma o los tallos, para lo que se requiere cierta formación, por lo que el que aquí redacta, recomienda su adquisición en tiendas especializadas.

Como dato interesante comentar que la flor de la azucena ocupa el quinto puesto en ventas mundiales de flor cortada, siendo muy característica en los ramos de novia por su belleza, persistente aroma y larga vida.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Geranios




Cuando las tardes se alargan y el sol comienza a calentar (aunque por estos lares sea más necesaria la lluvia que la sequía), no sólo proliferan las heladerías y otro tipo de mobiliario urbano, sino que también empiezan a florecer los balcones plagados de los conocidos geranios.
El geranio (familia Geraniaceae), la planta más conocida en nuestro país para engalanar todo tipo de fachadas, aunque en principio cabría esperar que perteneciese al género botánico Geranium, no es así, ya que se adscribe a Pelargonium, concretamente a las especies Pelargonium hortorum, una planta nativa de Norteamérica que se introdujo en Europa en el siglo XVIII, aunque existen muchas otras como Pelargonium grandiflorum, P. capitatum, P. radens, P. odoratissimum, P. graveolens o P. zonale, muchas de ellas originarias de Sudáfrica, que también se cultivan con el nombre genérico de geranios. El geranio es una planta de porte semiarbustivo y perenne –sobre todo en su hábitat natural-, con un aparato radicular medianamente desarrollado, lo que permite plantarla en tiestos y macetas, y un tallo de 30 a 70 cm de altura, semileñoso, ligeramente carnoso y de sección cilíndrica, que posee una epidermis lisa y blanquecina en la juventud, y agrietada y oscura en la senectud. Sobre este se disponen las hojas de tipo simple, alternas, pecioladas, reniformes, de margen lobulado o sinuoso, ligeramente suculentas, de color verde oscuro y opaco, surcadas por una franja de color púrpura y la mayoría cubiertas de pilosidad que les confieren un aspecto pubescente, afelpado y blanquecino. En las hojas podemos encontrar gran cantidad de glándulas que producen geraniol, el aceite esencial propio de estas plantas y que les da un olor característico. Al final de los tallos se desarrolla la inflorescencia que, como en el resto del género es de tipo pseudoumbeliforme o cima, en las que encontramos, en número variable, flores pentámeras de colores que van del blanco al fucsia, pasando por rosas y anaranjados, con gineceo súpero y pentalocular, numerosos estambres y estaminodios –generalmente en número de tres-. Tras la fecundación se forma un fruto de tipo seco, dehiscente, del que se separan cinco cápsulas que dejan ver una zona superior picuda que queda unida al estilo y que recuerda al pico de la cigüeña, animal que en griego se denomina “pelargos” que por derivación latina da nombre a esta planta (“geranos” también es la palabra griega para referirse a la grulla).
El geranio necesita iluminación directa y temperaturas cálidas, aunque soporta pequeñas heladas. Se recomienda un sustrato semiarenoso con aporte de materia orgánica, y un riego moderado. Realizando una poda invernal, eliminando las inflorescencias muertas y despuntando los tallos, se facilita la aparición de nuevas flores durante la siguiente temporada. Su reproducción puede llevarse a cabo mediante esqueje semileñoso o semilla. Entre las plagas más conocidas del geranio encontramos la de la mosca blanca del geranio, que en su fase de larva taladra los tallos del mismo, provocando severas consecuencias a los ejemplares.
Sobre las cualidades estéticas del geranio poco hay que decir… Sus coloraciones en el rango del magenta (color primario), las hacen muy adecuadas para dar un colorido constante a balcones y
terrazas, y dada su incesante floración en primavera y verano. Al mismo tiempo se pueden combinar con flores de color blanco, crema o anaranjados.

martes, 28 de febrero de 2012

Orquídeas elegantes para la primavera



Llega la primavera y con ella, las flores… Empiezan a despuntar los almendros y los tulipanes llenan los parterres de color, y aunque ambos poseen gran belleza, hoy me he decantado por otra planta más exótica y elegante, la Phalaenopsis u orquídea mariposa.
Las orquídeas mariposa (del griego “phalaina”, mariposa, y “opsis”, parecido) u orquídeas boca, pertenecen al género Phalaenopsis (familia Orchidaceae), en el que destacan unas 60 especies, como Phalaenopsis schilleriana, Ph. amabilis o Ph. violacea. Como muchas orquídeas tropicales, las representantes de este género que tiene su centro de distribución en el sudeste asiático –Filipinas, Indonesia o Taiwán-, son mayormente epífitas y desarrollan su ciclo vital sobre las oquedades de las ramas de otras especies arbóreas donde se acumula abundante materia orgánica. Formadas por un tallo muy corto a modo de roseta basal, del que surgen unas raíces cilíndricas y esponjosas con un velamen de color verdoso o azul apagado, que están especializadas en captar la humedad ambiental y otra serie de nutrientes, además de fijar a la planta al sustrato. En este se disponen una serie de hojas imbricadas, generalmente persistentes, en número variable (de 3 a 7), de color verde intenso y brillantes por el haz, y a veces rojizo por el envés, con margen entero, lanceoladas y con el nervio medio marcado. De entre esta roseta emerge la inflorescencia, dispuesta sobre un pedúnculo floral, cilíndrico y delgado, de longitud variable (entre 25 y 40 cm generalmente, aunque llega a alcanzar hasta los 100 cm en especies hibridas), sobre el que se disponen las flores en racimo. Estas flores, que van del blanco al púrpura, están formadas por una corola tepaloide de seis piezas dispuestas en dos pisos, entre las que destaca el labelo, fuertemente trilobulado, con dos característicos apéndices alargados en el ápice o con cilios. Estambres y cilios están unidos y el gineceo es alargado. Tras la fecundación, a través de las polínias, se forma una cápsula, alargada, que se abre por unas valvas que dejan salir a las diminutas semillas al exterior.
La reproducción de las orquídeas se considera una de las más complicadas del reino vegetal, sobre todo porque las semillas necesitan para germinar la asociación con un hongo y establecer micorrizas con especies fúngicas (Glomus sp. pl.) que favorezcan la nutrición y desarrollo del embrión. Por todo ello, la reproducción in vitro de estas plantas necesita una infraestructura muy compleja que suele realizarse en medios orgánicos estériles (más información aquí). Los requerimientos ecológicos de estas plantas se basan en la presencia de humedad ambiental (riego abundante, pulverización de agua o un microclima húmedo creado a partir de la evaporación de agua en un recipiente mayor que el tiesto –truco que vi en la casa de una amiga japonesa-), temperaturas templadas (15-30ºC) y luminosidad indirecta (no olvidemos que estas orquídeas habitan selvas de follaje tupido que dejan poco paso a la luz directa). Respecto a abonos o sustratos, decir que pueden abonarse estacionalmente, aunque no en exceso. A mi parecer son especies que han de cultivarse en terrazas acristaladas o directamente en el interior.
Y por último, unas consideraciones estéticas. Las Phalaenopsis, debido a sus varas estilizadas coronadas por flores de tonos inmaculados y cremosos, se han convertido en un reclamo visual inestimable en cuanto a decoración de interiores se refiere. La elegancia y sutilidad de estas plantas, dota a los espacios de cierto sosiego y tranquilidad, a la par que dan una nota de color y naturalidad a las estancias del hogar, una moda que se ha generalizado en los últimos años.

lunes, 23 de enero de 2012

Aroma a lavanda







El arbusto del que hablaré hoy es uno de los más utilizados en la xerojardinería actual, ya que es una planta que se adapta con gran facilidad a climas cálidos y secos y se hibrida con gran facilidad dando lugar a cultivares que además de poseer esta gran capacidad de adaptación, producen floraciones muy llamativas. Ahí vamos con la lavanda…
Llamado vulgarmente lavanda, el género Lavandula (familia Lamiaceae) engloba a más de treinta especies y unos cuantos híbridos. Es una planta que crece en lugares de todo el planeta, aunque es más frecuente en aquellos con clima mediterráneo. Lavandula stoechas, L. angustifolia o L. intermedia, son especies propias de la Península Ibérica, muy abundantes en encinares y zonas boscosas.
La lavanda es un caméfito, mata o pequeño arbusto de tonalidades grises, con tallos leñosos, generalmente en la base, y puntualmente nudosos, algo estriados en la superficie, sobre los que se disponen unas hojas de color grisáceo, apagado, debido a la abundante pilosidad que las cubre, opuestas, simples, con margen entero –algunas entero-, en las especies ibéricas de tipo sublinear, y en las que hay abundantes glándulas que secretan los aceites esenciales que proporcionan el aroma tan característico de estos vegetales. La floración se desarrolla durante la primavera. De entre las hojas, emergen unos ejes florales de longitud variable dependiendo de la especie, sobre los que se disponen, en la zona terminal, las inflorescencias de tipo verticilastro, que están compactadas formando una especie de espiga. En cada uno de estos pisos se sitúan las flores, nectaríferas en todas las especies, que están acompañadas por unas brácteas coloreadas generalmente de violeta pálido. Coronando esta espiga, pueden aparecer otras brácteas de diferente forma y coloración al resto, véase el caso del cantueso (L. stoechas subsp. pedunculata). Tras la fecundación y como ocurre con toda esta familia, las labiadas, se forma un fruto seco llamado tetranúcula.
La reproducción de la lavanda se lleva a cabo mediante el enraizamiento de estacas semileñosas (muy utilizado también en especies como el romero o el tomillo, que pertenecen a la misma familia botánica), así como por germinación de las semillas, un proceso mucho más lento.
Debido al tamaño de la especie, su vigor, sus requerimientos ecológicos, su vistosidad y su aroma, la lavanda a pasado a formar parte de muchos parques y jardines que pretenden minimizar el riego sin descuidar el valor paisajístico de los mismos, y tambien puede considerarse una planta apta para el cultivo en balcones y terrazas, sobre todo en áticos y zonas que reciben gran insolación.
Los usos de la lavanda son bien conocidos, sobre todo aquellos que se relacionan con su aroma: ambientadores, cosméticos o gastronómicos. En muchos lugares de la costa mediterránea (Italia o Croacia), los ramos de sus inflorescencias, se utilizan con fin ornamental.

lunes, 16 de enero de 2012

De brezos











Continuamos con el recorrido dedicado a los arbustos susceptibles de formar parte de nuestros jardines en altura, deteniéndonos hoy en una serie de especies vegetales que son denominados bajo un mismo nombre, los brezos.
Existen bastantes especies de brezos, una serie de especies arbustivas que engalanan muchas zonas elevadas de la mayor parte de Europa, así como otras regiones africanas. Todas ellas pertenecen a la misma familia botánica, Ericaceae, y a dos géneros, el género Erica, mayoritario –Erica arborea, E. cinerea, E. vulgaris, E. scoparia- y que da nombre a la familia, y el género Calluna, representado por una única especie en la Península Ibérica -Calluna vulgaris-. La mayor parte de los brezos son de porte arbustivo y no alcanzan el metro de altura, aunque en condiciones favorables podemos encontrar ejemplares de hasta 10 metros, como en el caso de Erica arborea (véanse los ejemplares de la laurisilva canaria o el Parque Nacional de Monfragüe). Su corteza suele ser de tonalidades apagadas y superficialmente estriada; en algunas especies, la de los tallos jóvenes aparece cubierta de unos tricomas o pelos blanquecinos. Aunque cada especie tiene sus propias características, las hojas de los brezos son persistentes, pequeñas (entre 1 y 8 mm de longitud), lineares, ligeramente aciculares, verdes, dispuestas generalmente en verticilos de 1 a 4, generalmente lampiñas y pueden tener los márgenes revolutos.
En primavera-verano, sobre el extremo de las ramas aparecen las flores, generalmente dispuestas en inflorescencias de tipo panícula o racimo, formadas por numerosas flores tetrámeras-pentámeras, pequeñas, pediceladas, con la forma acampanada característica de estas especies, y de colores como el blanco, el verdoso, el rosado, el fucsia o el púrpura. Estas flores de las que se sirven las abejas para fabricar una miel muy conocida, también pueden estar acompañadas por una serie de brácteas, normalmente en número de 3. Las características del androceo y el gineceo dependen de la especie, aunque todas ellas, tras la fecundación desarrollan un fruto de tipo cápsula que contiene las semillas.
Son plantas que se pueden reproducir fácilmente a través de semilla o estacas leñosas tratadas con hormonas de enraizamiento. La mayor parte de los brezos son acidófilos, es decir, prefieren un sustrato silíceo, descalcificado y con poca materia orgánica, al mismo tiempo que requieren humedad, cierta umbrosidad y temperaturas suaves durante el verano, pudiendo soportar el frío extremo en la época invernal.
Los brezos son ideales para engalanar terrazas durante el invierno, ya que son plantas siempreverdes resistentes a los rigores de esta época, y la primavera, época donde tiene lugar la floración, tan vistosa en muchas especies. Generalmente, en tiestos y macetas, no alcanzan tamaños considerables, por lo que no resultan muy aparatosas de cultivar.
Como apunte curioso resaltar las cualidades de su madera, de grano fino, dura y resistente, con la que se han fabricado pipas para fumar, astiles o carbón de alta capacidad calorífica.

miércoles, 11 de enero de 2012

Rododendros y azaleas







Y dando paso al 2012, este año que comienza, les traigo un nuevo arbusto que se cría en estas latitudes y que puede constituir uno de los pilares de nuestro jardín en altura particular, el rododendro.
También conocidos con el nombre de azaleas, los rododendros son plantas leñosas, arbustivas que pertenecen al género Rhododendron (familia Ericaceae) que cuenta con unas 1000 especies en todo el mundo. Al ser un grupo tan numeroso, es fácil dar con multitud de clasificaciones y criterios taxonómicos muy dispares, por lo que un servidor prefiere citar las especies más conocidas y dejarse de embrollos nomenclaturales… Se podría decir que el género se distribuye en el hemisferio norte con un centro de dispersión en China occidental, aunque también encontramos especies tropicales y subtropicales del hemisferio sur. Suelen ser especies arbustivas, cuyos tallos van desde los 25 cm de altura a los 4 metros (R. arboreum). Sobre estos se disponen las hojas, persistentes y siempre verdes, alternas, aunque con cierta tendencia a la disposición helicoidal. De color verde intenso, brillantes en el haz, ovaladas, de un tamaño que oscila entre los 2-50 cm de longitud dependiendo de la especie, y un envés a veces cubierto por páleas, escamas o tomento. En el ápice de cada rama y en primavera, sobre la zona apical de los tallos, se desarrollan las flores, generalmente en grupos, aunque también pueden ser solitarias. Estas suelen ser de colores vivos que pertenecen a la gama del blanco-rosado-carmín-violeta, aunque la gran cantidad de cultivares híbridos que comercializan hoy día pueden dar lugar a flores con amplía variedad de colorido. Las flores son relativamente grandes y vistosas, zigomorfas, en principio pentámeras (muchos cultivares híbridos duplican las piezas petaloides para dar más volumen a estas) y de forma acampanada, sobre las que sobresalen los estambres y el estigma
Estas plantas prefieren un sustrato de pH ácido (silíceo o calizo muy lavado), bien drenado y con gran aporte de materia orgánica. Requiere al mismo tiempo temperaturas suaves (es termoresistente, pero no extrema) y cierta humedad ambiental, por lo que se recomienda llevar a cabo riegos frecuentes, sobre todo en el estío. No se recomienda exponerlas directamente al sol, ya que puede dañarlas.
La reproducción puede llevarse a cabo con estacas sobre las que es preferible usar hormonas de enraizamiento, o a partir de la germinación de semillas, mucho más difícil y lenta. Se pueden utilizar para el arte del bonsai.
Son plantas muy tóxicas debido a la producción de la grayanotoxina, un compuesto venenoso que esta presente en el néctar y el polen, por lo que la miel que deriva de estas no es comestible. Ello no quita para que se hayan utilizado para tratar el reuma o como planta vulneraria. Se utilizan en muchos países para confeccionar coronas funerarias.
Los rododendros son una verdadera pasión en jardinería, no sólo en la actualidad, sino en épocas pasadas -llegó a ser un símbolo en la jardinería europea del siglo XIX-, sobre todo en el mundo anglosajón (Islas Británicas y Norteamérica), así como en el oriental (Japón y China), en el que simbolizan la feminidad, la templanza y el primer amor.
Destacar que en la Península Ibérica contamos con dos especies de Rhododendron, R. ponticum, que se desarrolla en la vegetación terciaria de la Serranía de Ronda y la Sierra de las Nieves (provincias de Cádiz y Málaga), y R. ferrugineum que se distribuye en las cumbres pirenaicas.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Arbusto navideño







Y dado que nos encontramos de lleno en la Navidad, esta semana le prestaremos atención a un arbusto que abandera estas fiestas y que también puede engalanar nuestras terrazas y balcones a lo largo del año: el acebo.
El acebo, también conocido por el nombre botánico de Ilex aquifolium, es uno de los pocos representantes que tenemos en nuestra latitudes de la familia Aquifoliaceae, más rica en el hemisferio sur, de donde proceden otros acebos que engalanan otros balcones. Con un área de distribución bastante amplia que abarca la mayor parte de Europa y Asia occidental, este arbusto, que puede considerarse en muchos casos un árbol dado que llega a sobrepasar los seis metros de altura en condiciones favorables, es propio de sotobosques de hayas y robles, aunque se puede encontrar de manera aislada o formando acebedas. Por ello decir que es un arbusto que prefiere el sustrato ácido (silíceo) y húmedo, y las zonas umbrosas. Cabe destacar que resiste las bajas temperaturas, aunque no tanto el calor del estío.
El acebo se yergue sobre tallos ramificados desde la base y con una superficie lisa, de color verde en la juventud que con el paso de los años adquiere una tonalidad grisácea-parduzca. Sobre estos se disponen las hojas que son simples, alternas, coriáceas, lampiñas, brillantes y con un margen dentado-espinoso -sobre todo en las hojas maduras- muy característico. Son de color verde intenso en el haz, mientras que en el envés desarrollan una tonalidad más amarillenta y/o apagada. A veces, en algunos cultivares de planta ornamental y por hibridación, la coloración de las hojas puede ser variegada, como la Golden Milkboy o la Silver Queen (en las imágenes).
Respecto a la biología reproductiva hemos de tener en cuenta que el acebo es una especie dioica, es decir, presenta individuos con flores masculinas e individuos con flores femeninas. En los ejemplares masculinos, las inflorescencias son axilares y están formadas por flores de color amarillento, mientras que en las plantas femeninas, las flores aparecen en grupos de tres a solitarias, de color blanco a blanco rosado, tetrámeras, y con el cáliz y la corola parcialmente fusionados en la base. Tras la fecundación se forma una drupa característica de color rojo intenso que madura a finales del otoño y que sirve de alimento a muchas aves (no para el ser humano), durante la época invernal. Las semillas necesitan un par de años para germinar, aunque este proceso se puede ver acelerado por la exposición a los jugos gástricos de los animales que ingieren los frutos. En cualquier caso, la reproducción vegetativa es mucho más factible y rápida (mediante estacas con cepa).
Esta planta siempreverde es muy utilizada en jardinería para la creación de setos y por su gran tolerancia a las podas para poder darle así la forma deseada. También decir que por su lento crecimiento podemos considerarla idónea como planta en jardinería en altura.
El acebo se ha utilizado en ebanistería, como planta medicinal por la producción de la ilicina (alcaloide semejante a la quinina), para elaborar un pegamento o “liga” utilizada en la captura de aves y como adorno navideño, motivo por el cual se considera una especie vegetal protegida en muchos países europeos.

lunes, 12 de diciembre de 2011

En invierno, florece el romero





Y como en invierno florece el romero, aquí me tienen, con otro de los arbustos que pueden engalanar sus balcones y terrazas. Muy indicado para la jardinería xerófita (plantas adaptadas a climas secos y cálidos, como el mediterráneo estricto), la especie Rosmarinus officinalis, una de los representantes de la familia Lamiaceae más conocidas en nuestras latitudes puesto que es oriunda de la región mediterránea – sur de Europa, Asia Menor y Norte de África-, aunque tapiza de manera natural nuestros montes, también puede ser utilizada como planta cultivada.
Arbusto de hasta dos metros de altura y de forma variable, el romero, posee un tallo leñoso y nudoso, de sección cuadrangular, erguido y cubierto de borra o tomento en la juventud, y nudoso, generalmente rastrero y con la corteza resquebrajada en la madurez. Sobre los tallos se disponen las hojas, pequeñas (de 1 a 2 cm de longitud), lineares, opuestas, enteras, sésiles, con margen revoluto hacia abajo, y de color verde oscuro en el haz y más blanquecina en el envés debido a las abundantes pilosidades.
Durante las épocas de floración (dos veces al año en esta especie, finales de otoño-comienzos de invierno y fin de la primavera-principio estival), las inflorescencias de tipo cima o verticilos laxos, se desarrollan en la zona apical de los tallos jóvenes. Las flores, axilares y aromáticas, como el resto de la planta, están constituidas por un verticilo sepaloide de piezas soldadas en forma de tubo y ligeramente rojizas, que protegen a una corola constituida por piezas de color violeta azulado, rosa o blanco, que se encuentran soldadas formando una pequeña campana que termina en dos labios, el superior ligeramente curvado bajo el que se disponen los estambres y el estilo. Tras la fecundación realizada en gran parte por abejas, indicador de que es una planta nectarífera/melífera, se forma un fruto formado por cuatro pequeñas nueces de color pardo que reciben el nombre de tetranúculas.
Al tratarse de una planta autóctona, no requiere grandes cuidados aunque sí conviene saber que prefiere los terrenos ligeramente calizos y arenosos, insolación directa y persistente y riego moderado. Soporta heladas y periodos de sequía, aunque no es conveniente exponerla gratuitamente a estas condiciones.
Su reproducción puede llevarse a cabo mediante la siembra de las semillas (bastante complicada) o, por el contrario, mediante esquejes semileñosas (más efectiva). En jardinería a gran escala se emplea en grupos asilados o para setos de bajo tamaño, como la lavanda.
En la bibliografía científica se describen los cientos de aplicaciones que tiene esta planta debido a la producción de aceites esenciales, como son el rosmanol, el pinfeno, el cineol o el alcanfor, y otros principios activos.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Otra de arbustos







Con total seguridad usted utiliza algún cucharón de madera de boj para catar sus mejores guisos, por lo que el arbusto al que hoy le dedicamos espacio y tiempo no le será tan desconocido como otros de los aquí recogidos.
El boj, también conocido en el lenguaje científico como Buxus sempervirens es un pequeño arbusto que pertenece a la familia de la Buxaceae. Es un nanofanerófito que está distribuido por toda Europa, incluida la Península Ibérica (principalmente en el cuadrante nororiental), por lo que es una planta adaptada a las condiciones climatológicas de nuestras latitudes, así como a su edafología y horas de insolación.
Planta que puede alcanzar 4 metros de altura, el boj es un arbusto siempreverde que desarrolla vástagos aéreos de lento crecimiento, con superficie lisa en la juventud y agrietada en la madurez, de color pardogrisáceo. Sobre estos se disponen las hojas, que son opuestas, coriáceas, más o menos ovadas, con margen ligeramente resoluto, cuya longitud no supera los 3,5 centímetros, que suelen ser brillantes e intensas por el haz, y mates y apagadas por el envés.
Sus flores monoicas (unas flores son masculinas y presentan sólo estambres y otras son femeninas y poseen ovario) se agrupan en inflorescencias axilares de tipo glomerular, sobre las que se disponen exteriormente flores masculinas que rodean a una o dos flores femeninas ubicadas en el centro de la inflorescencia. Todas ellas son de color blanquecino, pequeñas (entre 1,5 y 2 mm de diámetro). Las masculinas tienen un perianto de cuatro piezas anchas, mientras que el de las femeninas posee 6 piezas más agudas. Tras la fecundación de las femeninas por parte de insectos que se sienten atraídos por su néctar, se forma una cápsula trilocular, globosa, de 1-1,5 cm de diámetro, color verdoso-pardo y aspecto coriáceo, sobre la que persisten los estigmas a modo de pequeños cuernos, y que contiene numerosas semillas en su interior.
Se reproduce normalmente por esquejes leñosos, acodos y estolones, ya que su reproducción por semilla es lenta y tediosa. Requiere zonas húmedas y a media sombra, suelos bien drenados y con materia orgánica. En cuanto a sus preferencias térmicas decir que soporta el rigor invernal, así como el estival, por lo que la hace adecuada como planta de exterior.
Es el arbusto más utilizado para formar setos en el viejo continente, incluso en la época romana y el renacimiento, debido a que soporta bien las podas y no pierde el follaje en invierno, de hecho es una de las especies favoritas para los artistas del bonsai.
Otros usos que se le dan al boj son como especie maderera, ya que su leño es pesado y de grano fino, ideal para elaborar todo tipo de instrumentos, desde musicales hasta ornamentales, y como especie medicinal dada la gran cantidad de compuestos químicos que produce (alcaloides, taninos y aceites esenciales).

martes, 29 de noviembre de 2011

Bolas de nieve







El durillo, mundillo o bola de nieve, es una fanerógama de la familia Adoxaceae -antes adscrita a Caprifoliaceae- que pertenece a un género que engloba a unas 150 especies en todo el globo, Viburnum, concretamente a la especie Viburnum tinus. Es una planta de hoja lauroide (que recuerda a la del laurel) que se presenta en zonas térmicas de la vegetación circunmediterránea. En España está presente en las zonas de sotobosque catalán, valenciano o balear, así como en Extremadura y en la laurisilva canaria, entre otros lugares.
Es una planta arbustiva, que puede alcanzar las dimensiones de un pequeño árbol (unos 3 metros de altura máxima). Con un buen sistema radicular, ramificado y leñoso, el durillo desarrolla vástagos aéreos leñosos, de superficie lisa -glabros- y bastante ramificados sobre los que se disponen las hojas opuestas, coriáceas, de tamaño medio -de 3 a 10 cm de longitud-, con margen entero y forma ovado-lanceolada. Son de color verde brillante en el haz y algo atenuado en el envés, así como ligeramente pubescentes, sobre todo los brotes, las hojas jóvenes y el nervio medio del envés foliar.
Las flores, que aparecen en invierno y primavera, se agrupan en inflorescencias terminales de tipo glomerular compacto de tipo cima convexa (también llamadas corimbos), que se encuentran formadas por flores, todas ellas de color blanco a blanco rosado, y pequeñas (entre 5 y 6,5 mm de diámetro). Tienen un perianto de cinco piezas anchas que se sueldan por la base dándole forma acampanada, en cuyo interior se disponen 5 estambres que rodean al estigma que tras la fecundación formará una drupa ovoide, de color azul oscuro o azul negruzco, y bastante tóxico.
Es un arbusto muy adecuado para formar setos (véanse como ejemplo los cultivados en el Real Jardín Botánico de Madrid, en la zona llamada “plano de la flor”), aunque individualmente también es elegante, sobre todo si la poda se realiza con esmero.
Aunque es una planta que no soporta el frío extremo, rebrota con facilidad tras las heladas. Requiere un suelo con materia orgánica y bien drenado, y expuesta a lugares de semi-sombra. Soporta periodos de sequía dada su condición de planta mediterránea y se reproduce tanto por semilla, como por multiplicación vegetativa (estacas o acodos).
Por último cabe destacar que su madera, antiguamente, era utilizada en cestería.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Arrayanes











Dado que en nuestro país están “germinando” todo tipo de grandes espacios aéreos en las áreas urbanas, como los áticos y sus terrazas o los patios de las viviendas unifamiliares que permiten el cultivo de especies arbustivas y matorrales, durante las próximas entradas prestaré gran atención a las especies arbustivas ibéricas y europeas que son susceptibles de ser criadas en estas viviendas, ya que en la actualidad son bastante utilizadas por paisajistas y arquitectos para verdear baldosas y grises fachadas puesto que requieren menores cuidados que las plantas de flor. Así, comenzaré con el mirto...
El mirto o arrayán es un representante de la familia Myrtaceae, perteneciente al género Myrtus, más concretamente a la especie Myrtus communis, una planta originaria de la cuenca mediterránea y el norte de África.
De biotipo nanofanerófito, aunque pueda alcanzar los cuatro metros, el mirto es un arbusto siempreverde y aromático con una aparato radicular leñoso y bastante desarrollado, que desarrolla vástagos ramificados sobre los que se dispone un follaje denso y prieto que está constituido por hojas simples, opuestas, ligeramente pecioladas, coriáceas, con margen entero y forma ovado-lanceolada, verdes brillantes por el haz y apagadas por el envés. Su fragancia se debe a la presencia de glándulas oleíferas en éstas.
Sus flores solitarias y de color blanco o crema, se desarrollan a finales del invierno y en primavera sobre pedúnculos axilares más o menos largos. Actinomorfas, pequeñas (1,5-3 cm de diámetro) y pentámeras, las flores del mirto poseen estambres de color amarillo y un gineceo súpero, que tras la fecundación origina frutos de tipo baya de color azulado-púrpura que incluyen las semillas, cuya diseminación se lleva a cabo por las aves que se alimentan de éstas. Su reproducción asexual se lleva a cabo mediante esquejes semileñosos, con mejores resultados todavía si se añaden hormonas de enraizamiento en el sustrato.
Desde épocas pasadas está muy extendido su uso por la Península Ibérica como planta ornamental -prueba de ello es que da nombre a uno de los patios de La Alhambra granadina- ya que sus requerimientos ecológicos se enmarcan dentro del clima mediterráneo templado (no resiste fuertes heladas), suelos pobres en materia orgánica, aunque bien drenados, y riego moderado.
Y ahora, una serie de curiosidades:
- En la antigüedad simbolizaba belleza y amor.
- Sus aceites esenciales se utilizan en la industria perfumera.
- El alcohol que produce, conocido como mirtol, se utiliza como expectorante, balsámico, antiséptico y sedante.
- Sus frutos se pueden utilizar para curtir pieles.
- El jugo de sus bayas, de color violáceo, se puede utilizar para tintar tejidos.
- Los campeones olímpicos eran honrados con coronas fabricadas de mirto.
- Su nombre común, arrayán, proviene del árabe “ar-Rhayan”, “el aromático”.
- Su madera es apreciada en ebanistería.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La rosa del azafrán









Ya queda poco azafrán que recoger en los campos de La Mancha, una de las regiones de este planeta que mejor azafrán produce dadas las condiciones climatológicas inmejorables, la adecuada altitud y un buen suelo.
Además del interés gastronómico y económico que suscita el cultivo de esta planta, cada vez son más los aficionados a la jardinería que la utilizan en parterres y macetas para darle cierto color a nuestro otoño, prueba de ello es que en muchos foros, algunos se preguntan donde conseguir bulbos de esta planta de la que se consigue el llamado oro rojo. En la ficha de hoy prestaré atención al género botánico general, al que pertenece el azafrán verdadero. ¡Ahí voy!
Las más de 80 especies de azafranes que existen, en algunos sitios también conocidas como crocos, derivan del género botánico Crocus, que pertenece a la familia Iridaceae, una familia de monocotiledóneas muy extendida en zonas elevadas y/o húmedas del globo. El área de distribución natural del azafrán es la cuenca mediterránea, sobre todo aquellos países que la delimitan al norte, como son los Balcanes, la Península Helénica, los Cárpatos e Italia, la Península Ibérica al oeste, Turquía y Oriente Próximo al oeste, y las zonas elevadas del norte de África al sur. Todos ellos presentan biotipo geófito, es decir, poseen un tallo bulboso subterráneo o cormo de unos 3-10 cm de diámetro que se encuentra protegido por túnicas parduzcas de distinta naturaleza –papirácea, fibrosa o rígida-, y en cuya base se dispone un sistema radicular fasciculado que se desarrolla estacionalmente.
La floración del Crocus tiene lugar en otoño o en primavera dependiendo de la especie. En todos los casos, esta planta desarrolla primeramente la flor y secundariamente el resto del sistema vegetativo. Las flores, generalmente solitarias, a veces dobles, alcanzan una altura de unos 15 cm sobre el nivel del suelo. Actinomorfas, hermafroditas, erectas y protegidas por una vaina papirácea, están formadas por un perianto de seis piezas de color blanco, amarillo, azul o morado, en cuyo interior se desarrolla un androceo constituido por seis estambres y un gineceo ínfero que despunta en un estigma trífido (esta característica sirve para diferenciarlo del “azafrán borde” o género Merendera –familia Colchicaceae-, muy similar aunque posee un estigma dividido en seis segmentos) que tras la polinización por parte de insectos, se transformará en una cápsula en cuyo interior están las semillas. Posterior a la floración aparecen las hojas, generalmente de color verde oscuro y brillante, lineares, con un marcado nervio medio blanquecino y característico del género, de anchura variable, y que pueden alcanzar longitudes de hasta 50 cm., formando macollas densas que duran hasta el estío, época en la que se marchitarán.
Cabe decir que la rápida multiplicación vegetativa del croco, genera grandes concentraciones subterráneas de bulbos que, por un lado la hace más vistosa durante la floración, pero por otro obliga a desenterrar los bulbos cada 3-4 temporadas para favorecerla.
Sobre los cuidados cabe decir que la siembra se realiza en octubre sobre un sustrato ligeramente arenoso, sin demasiada materia orgánica; además soporta el frío con facilidad, por lo que es idónea para lugares con heladas invernales. Sus preferencias por la luz dependen de la especie.
Se cultivan como ornamentales unas 30 especies, entre las que destacan Crocus verna o C. serotinus. Sólo una especie se cultiva con intereses agrícolas y comestibles, Crocus sativus, cuyos estigmas constituyen la especia más cara del mundo por la minuciosidad y la gran cantidad de mano de obra que conlleva su obtención.