jueves, 28 de enero de 2010

Consideraciones (II). La orientacion.


La segunda de las consideraciones a tener en cuenta es la orientación del lugar elegido. La orientación no es un factor limitante para las plantas, pero sí condiciona otros factores como pueden ser las horas de luz que reciben las plantas, a qué horas del día las reciben o la mayor o menor probabilidad de heladas. La temperatura, generalmente depende del clima de la zona, aunque a veces, la orientación puede establecer pequeñas variaciones que favorezcan un microclima u otro, aspecto que no modifica seriamente el ciclo vital de las plantas.
Por ejemplo, si un balcón se encuentra orientado hacia el norte nunca se nos debería ocurrir llenarlo de plantas térmicas, de interior o crasas, ya que tras un arduo trabajo para salir a flote –reciben poca luz- y llegado el verano a su fin, morirían de forma inminente con la llegada de las bajas temperaturas. Si por el contrario el espacio a utilizar queda orientado hacia el sur, las plantas recibirán altas dosis de radiación solar, no sufrirán tanto las heladas y necesitarán un riego mayor.
Centrémonos en mi terraza… Ésta queda orientada al suroeste, por lo que en invierno recibe pocas horas de luz, siendo las de mayor intensidad lumínica durante el mediodía. Durante el verano, la mañana es fresca y la tarde bastante cálida, recibiendo los rayos del sol desde el mediodía hasta la puesta del mismo. La humedad relativa será media, quizá algo menor en verano, por lo que el riego de las plantas deberá ser regular.

miércoles, 27 de enero de 2010

Consideraciones (I). La climatología.


Sin lugar a dudas, la primera cuestión a tener en cuenta para desarrollar nuestro trabajo es el clima de la zona donde estemos situados.
Puesto que no pretendo impartir una lección sobre climatología ni meteorología, intentaré ser sintético y mostrarles las principales diferencias entre unos climas y otros.
Aunque el clima viene condicionado por diversos aspectos como pueden ser la inclinación y rotación terrestres, la latitud o las corrientes oceánicas, la temperatura y la humedad son los dos factores que nos interesan en nuestra labor.
Dependiendo de la temperatura podemos decir que existen tres tipos de climas: climas cálidos, climas templados y climas fríos. Si añadimos el segundo factor, la humedad –dependa este de la proximidad al océano o de las precipitaciones-, podemos subdividir los tres tipos anteriores en seis: climas cálidos y secos, climas cálidos y húmedos, climas templados y secos, climas templados y húmedos, climas fríos y húmedos, y climas fríos y secos (si un climatólogo leyese esto, seguramente optaría por colgarme desde lo alto de un pino… Ja, ja, ja). Extrapolando esta sencilla clasificación a las especies vegetales, podemos decir que hay seis tipos de plantas:

- Las adaptadas a los climas cálidos y secos, por ejemplo la mayoría de las cactáceas.
- Las adaptadas a los climas cálidos y húmedos, como los helechos tropicales.
- Las que crecen en climas templados y secos, como todas las plantas que forman el matorral mediterráneo.
- Las que están presentes en climas templados y húmedos, por ejemplo todas las que pertenecen a los bosques medio-europeos o norteamericanos.
- Las de climas fríos y húmedos, léanse especies propias de las zonas costeras próximas a los polos.
- Las de climas fríos y secos o especies propiamente polares.

Además, y aunque este no sea el apartado apropiado para hacerlo, podríamos añadir un factor más, el que se refiere a la estacionalidad.
Aunque nos parezca obvio, la estacionalidad marcada, es decir, la presencia de las cuatro estaciones del año con una duración aproximada de tres meses cada una de ellas, es propia de las latitudes medias. Esto no quiere decir que el verano nunca encuentre hueco en los polos o el invierno no irrumpa en los trópicos, ya que sí lo hacen aunque de una manera testimonial.

Y para finalizar, un apunte. Todo lo anteriormente dicho se refiere a lo que algunos llaman macroclima, es decir, procesos globales que regulan de uno u otro modo el clima en grandes regiones y en un lapso de tiempo relativamente grande. Ello no quiere decir que en una localidad concreta no existan unas condiciones peculiares –por ejemplo la presencia de un cauce fluvial o la presencia de cadenas montañosas- que favorezcan el desarrollo de especies vegetales que no pertenezcan al clima asignado a la región donde se ubique dicha localidad. Esto es lo que se conoce como microclima, el otro gran aspecto del clima que hay que tener en cuenta.

lunes, 25 de enero de 2010

Al principio, una de consideraciones


Por lo general, antes de sembrar las semillas, plantar ese esqueje o enterrar aquellos bulbos, no planificamos nada y, simplemente, nos dejamos llevar por nuestro libre albedrío para que después brote lo que quiera.
A veces, este modus operandi puede dar lugar a rincones espléndidos, aunque lo más frecuente es toparse con un proceso que, en vez de vergeles, origine desiertos. Por todo esto, seguir una estrategia que tenga en cuenta el medio donde queremos desarrollar nuestro trabajo es muy importante, no solo para obtener un buen resultado, sino para facilitarnos las tareas.
Todo esto nos puede parecer una obviedad, pero siempre hemos de realizar una selección de plantas acorde con los factores abióticos que condicionan su ciclo vital. Esto, en un principio, no sería difícil teniendo en cuenta que las plantas, como cualquier otra parcela del mundo vivo, concentran una gran diversidad de especies, adaptadas estas a todo tipo de ambientes y factores. Si a ello añadimos el gran abanico de variedades de plantas ornamentales que existen en el mercado, será relativamente fácil establecer una concordancia entre los requerimientos de unas y las limitaciones que presenta la ubicación de nuestra terraza.
Bajo mi punto de vista, los principales factores que se han de tener en cuenta a la hora de estructurar la labor en la jardinería vertical, deberían ser:

- La climatología.
- La orientación.
- El espacio disponible.
- El sustrato a elegir.

viernes, 22 de enero de 2010

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De la quietud, casi de la libertad, nace mi pasión por las plantas. Ver como germinan las semillas cuando resquebrajan las tierra, describir la senda que abrirá este y aquel tallo, o hurgar entre la hojarasca, se figura una parcela de ese diálogo entre el mundo y yo. El caso es que, como al buen científico, me gusta experimentar: colocar este tiesto aquí, el otro allí, luchar frente a las heladas, probar con este sustrato, cortar este tallo, injertar aquello y dejar que crezcan las malas hierbas... Bien pensado se podría decir que es un asunto entre las plantas y yo, de nadie más..., por ello, para que entre este matrimonio -bien o mal avenido dependiendo del día o la temporada- se abra un pequeño espacio que nos deje respirar, evapotranspirar, he creado esta bitácora: para que otros que gustan de ese arte que es la jardinería, conozcan mis pequeñas labores, contribuyan al enriquecimiento mutuo, en definitiva, para convertir los balcones en jardines.

Imagen: Passiflora caerulea. Asuka Hishiki (American Society of Botanical Artists).