jueves, 15 de abril de 2010

Trepando...


Pasando de París a Albacete he decidido cambiar de tercio (más que nada porque hoy me siento como la planta de la que hablaré: enredado) y dedicar mi tiempo a una de las especies trepadoras más bellas y que espero, en breve, tapice un par de paredes de mi terraza.
Parthenocissus quinquefolia, la parra o viña virgen, también conocida como enredadera de Virginia, es una especie (como su prima Vitis vitifera) muy vistosa, de gran crecimiento y con enorme capacidad para fijarse a sustratos verticales, es decir, es una planta trepadora. Pertenece a la familia botánica de las Vitaceae y, aunque proviene de Norteamérica, se adapta muy bien a las condiciones de nuestras latitudes. Se podría considerar un fanerófito de tipo lianoide, más todavía si tenemos en cuenta su rápido crecimiento y que se encuentra provisto de zarcillos con discos adhesivos terminales que le ayudan a trepar –menos agresiva que la hiedra, ya que no emite raíces aéreas para fijarse a muros y paredes-. Los vástagos que crecen desde la base presentan hojas alternas, compuestas, formadas por 3-5 foliolos ovales, dentados, lustrosos y de color verde pálido a intenso que se pierden en la época desfavorable (planta caduca). Este follaje antes de desprenderse se torna, en un principio, de tonalidades próximas al carmín o anaranjadas para, posteriormente, adquirir un color de rojizo a óxido; de ahí su interés ornamental. Sus inflorescencias hacen aparición de junio a agosto y presentan forma de panícula o racimo laxo sobre las que se disponen unas flores aromáticas, de pequeño tamaño, con cáliz y corola formados por cinco piezas, androceo con cinco estambres y un gineceo con dos carpelos soldados. Tienen un aspecto claro-verdoso. Tras la fecundación se desarrollan unos frutos de negros a azulados de tipo drupa y un tamaño no superior a 6-10 mm de diámetro que contienen ácido oxálico (tóxico) y nada sabrosos.
Tolera todo tipo de suelos, desde ácidos hasta básicos, desde calizos hasta silíceos, con gran cantidad de materia orgánica o desprovistos de ella, aunque se recomienda abonarla cada cierto tiempo (a inicios de la primavera, por ejemplo). Crece más deprisa si queda orientada hacia el sur, ya que las temperaturas extremas de la exposición hacia el norte pueden minar su vigor. Acepta bien la poda en caso de que se vuelva invasiva.
Su reproducción se realiza mediante estacas de diciembre a enero, manteniéndolas en agua unos días y después sembrándolas en recipientes de tamaño holgado. Durante los primeros años su crecimiento no será tan intenso como cabría esperar, pero una vez se haya forjado un enraizamiento sólido en el sustrato, aumentará en vigor y fuerza.
No se le conoce utilidad en nuestra cultura, pero cabe destacar que los indios norteamericanos la utilizaban con fines medicinales.
Y como ella, me encantaría trepar, enredarme sobre la vida…

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