Son
muchos los que piensan que para tener un balcón de lo más llamativo deben
plagarlo de cientos de tiestos y que en cada uno de ellos han de plantar una
especie diferente, es decir, construir en toda regla una amalgamada selva
artificial donde destace el follaje y se
pierda el sentido estético. Es por ello que durante esta primavera me centraré
en algunas consideraciones que pueden ser útiles a la hora del ajardinamiento
de terrazas y balcones, empezando con la repetición.
Es
cierto que cuando muchos se encuentran con algún balcón plagado de geranios
rojos piensan que es insulso y carece de personalidad. Otros, por el contrario,
pensarán que es una cuestión práctica (si a alguien le funciona bien cierta
especie en su terraza, ¿por qué ha de cambiarla?). Puede que su propietario
aduzca un gran sentido del minimalismo o que una plaga haya acabado con el
resto que las acompañaban, pero lo cierto es que ese balcón verdirrojo ha captado
la atención de quienes lo contemplan, compartan o no el gusto por él.
La
repetición de un motivo, sea este geométrico, decorativo o floral, es un
recurso muy utilizado en la organización de espacios ajardinados. Lo repetitivo,
además de ser llamativo, da un sentido de continuidad, de ritmo a las imágenes,
y ordena el espacio disponible, realzando por tanto el valor estético de
cualquier arte decorativa, que, al fin y al cabo, de eso trata la jardinería.
Cuando
hablamos de repetitividad debemos tener en cuenta una serie de consideraciones
entre las que se cuentan el número de elementos repetidos, el motivo a repetir
y el espacio del que disponemos, parámetros todos ellos muy relacionados y
sobre los que podrían aplicarse las leyes de la ciencia geométrica, una
disciplina matemática con mucho que decir al respecto de diseño. Pese a esta complejidad
y gracias al ensayo-error, les reúno algunas que he entresacado de mi propia
experiencia:
-Los
motivos a repetir deben estar construidos por 2 a 4 elementos. De 2 a 3 si
estos elementos botánicos van a repetirse sobre un mismo plano, y de 3 a 4 si
van a disponerse en dos planos de visión (una baranda y la pared, por ejemplo).
Combinar más elementos sería amalgamar demasiado la vista y la diferenciación
de los elementos sería difícil.
-
Para elegir el motivo debemos considerar la forma y el color de los elementos
que los constituyan.
-
Para intercalar estos elementos y refiriéndonos al color, es preferible usar
gamas parecidas, la complementariedad y la neutralidad, y evitar así repeticiones
bruscas y desagradables.
-
La repetición, por sí sola, no es un valor seguro a la hora de diseñar una
terraza ajardinada, sino que ha de valerse de otro parámetro básico como es la
simetría.
-
Lo repetitivo muchas veces no sólo depende de la naturaleza de las especies,
sino de la mano del hombre, véase el caso de las podas en los setos.
-
Es recomendable añadir elementos que separen las pautas repetitivas o que las
interrumpan, de manera que la vista pueda descansar cuando las encuentre (por
ejemplo, en un largo parterre siempre se agradece un par de grandes macetas).
En
cualquier caso y a pesar de estas consideraciones, el resultado final de
terrazas o balcones depende de muchos factores que iremos desgajando
paulatinamente.