Se acerca el cumpleaños de mi hermana y ha decidido que le obsequie con unas macetas para darle un toque de color a su mortecino hogar, cosa que he agradecido enormemente por varias razones, entre las que se cuentan:
- Es preferible regalar una planta en una bonita maceta a dejarse seducir por cualquier trapo de la cadena Inditex.
- Algunas de mis plantas necesitaban un cambio…
De entre las más de treinta especies con las que cuento en la actualidad, he elegido una avena de salón y la he trasplantado a un tiesto blanco acompañado de un plato azul que compré ayer en la tienda de cerámica artesana de Mamen, una amiga jienense, esperando que el regalo tenga éxito… ¡Ojalá!
La avena de salón, también conocida como lágrimas de la reina, pertenece a la familia Bromeliaceae, concretamente al género Billbergia, que debe su nombre al botánico sueco Gustav Johann Billberg. Aunque la especie más cultivada bajo el nombre vulgar de lágrimas de la reina es la Billbergia nutans, de las que hay una veintena de variedades, existen otras entre las que podemos destacar Billbergia decora o el híbrido Billbergia x windii, que a veces pueden ser confundidas con la primera.
Billbergia nutans es una planta que se distribuye sobre todo en Brasil y otras zonas próximas como Paraguay. Como muchas de las 50 especies que forman este género, es una planta epífita, es decir, vive sobre otras plantas, generalmente de gran porte, instalándose en oquedades con depósitos orgánicos, aunque cabe destacar que esta especie también puede desarrollarse sobre el terreno lo que favorece que pueda utilizarse en jardinería convencional y en nuestro caso, desarrollarse en macetas.
Es característico de estas plantas en particular, y de su familia botánica en general, la forma acanalada de sus hojas, sobre las que se condensa el vapor de agua atmosférico de los climas tropicales y que estas recogen para acumularla en la base de la roseta basal y así utilizarla posteriormente para su metabolismo. Además de esta estructura acanalada, las hojas de Billbergia nutans son lineares, delgadas, algo rígidas y acintadas, con margen ligeramente aserrado, y de color verde vivo y brillante en la juventud y de tonalidades más oscuras y apagadas (verde oliva) en la madurez. A veces presentan tonos rojizos debido a la insolación. Suelen tener una longitud de 30-60 cm.
Se presentan en pequeñas matas o macollas de las que, a finales del invierno (tomo como referencia nuestra latitud), emergen unas inflorescencias poco longevas, elegantes y atractivas. Son alargadas, de tipo espiga, cuyas brácteas están coloreadas de carmín a fucsia/rosa violáceo, y donde, terminalmente, se disponen las flores trímeras con corola violácea y estambres con antera patente y amarilla. Tras la floración es recomendable extraer la planta y realizar la división de los distintos pies/propágulos/hijuelos existentes y así favorecer la aparición de nuevas inflorescencias durante la próxima temporada.
Si se cuida como es debido, la avena de salón puede vivir de 5 a 10 años, para ello se recomienda: no exponerla al sol directo, ubicarla en el exterior durante los meses de estío, realizar la división de las macollas en primavera, regarla frecuentemente (cada 10 días más o menos) para favorecer la humidificación del ambiente, evitar la exposición a temperaturas inferiores a -2 º C, y utilizar un sustrato con abundante materia orgánica y bien drenado.
- Es preferible regalar una planta en una bonita maceta a dejarse seducir por cualquier trapo de la cadena Inditex.
- Algunas de mis plantas necesitaban un cambio…
De entre las más de treinta especies con las que cuento en la actualidad, he elegido una avena de salón y la he trasplantado a un tiesto blanco acompañado de un plato azul que compré ayer en la tienda de cerámica artesana de Mamen, una amiga jienense, esperando que el regalo tenga éxito… ¡Ojalá!
La avena de salón, también conocida como lágrimas de la reina, pertenece a la familia Bromeliaceae, concretamente al género Billbergia, que debe su nombre al botánico sueco Gustav Johann Billberg. Aunque la especie más cultivada bajo el nombre vulgar de lágrimas de la reina es la Billbergia nutans, de las que hay una veintena de variedades, existen otras entre las que podemos destacar Billbergia decora o el híbrido Billbergia x windii, que a veces pueden ser confundidas con la primera.
Billbergia nutans es una planta que se distribuye sobre todo en Brasil y otras zonas próximas como Paraguay. Como muchas de las 50 especies que forman este género, es una planta epífita, es decir, vive sobre otras plantas, generalmente de gran porte, instalándose en oquedades con depósitos orgánicos, aunque cabe destacar que esta especie también puede desarrollarse sobre el terreno lo que favorece que pueda utilizarse en jardinería convencional y en nuestro caso, desarrollarse en macetas.
Es característico de estas plantas en particular, y de su familia botánica en general, la forma acanalada de sus hojas, sobre las que se condensa el vapor de agua atmosférico de los climas tropicales y que estas recogen para acumularla en la base de la roseta basal y así utilizarla posteriormente para su metabolismo. Además de esta estructura acanalada, las hojas de Billbergia nutans son lineares, delgadas, algo rígidas y acintadas, con margen ligeramente aserrado, y de color verde vivo y brillante en la juventud y de tonalidades más oscuras y apagadas (verde oliva) en la madurez. A veces presentan tonos rojizos debido a la insolación. Suelen tener una longitud de 30-60 cm.
Se presentan en pequeñas matas o macollas de las que, a finales del invierno (tomo como referencia nuestra latitud), emergen unas inflorescencias poco longevas, elegantes y atractivas. Son alargadas, de tipo espiga, cuyas brácteas están coloreadas de carmín a fucsia/rosa violáceo, y donde, terminalmente, se disponen las flores trímeras con corola violácea y estambres con antera patente y amarilla. Tras la floración es recomendable extraer la planta y realizar la división de los distintos pies/propágulos/hijuelos existentes y así favorecer la aparición de nuevas inflorescencias durante la próxima temporada.
Si se cuida como es debido, la avena de salón puede vivir de 5 a 10 años, para ello se recomienda: no exponerla al sol directo, ubicarla en el exterior durante los meses de estío, realizar la división de las macollas en primavera, regarla frecuentemente (cada 10 días más o menos) para favorecer la humidificación del ambiente, evitar la exposición a temperaturas inferiores a -2 º C, y utilizar un sustrato con abundante materia orgánica y bien drenado.