A veces, hablando con familiares, amigos, amantes o conocidos, te das cuenta de que todos sentimos alguna afinidad por alguna planta. A una de estas conversaciones, concretamente a una que mantuve con Rafa, ese artista que nunca me regalará un dibujo, se debe el estudio de la planta de hoy, la pluma de Santa Teresa.
Perteneciente a la familia de las Cactaceae, concretamente al grupo de los cactus epífitos –N.B.: se conoce por epífito a aquella planta que desarrolla su vida sobre otra, utilizándola como soporte, nunca parasitándola-, la pluma de Santa Teresa o el cactus orquídea (denominado así por sus llamativas flores) pertenece al género Epiphyllum. Aunque hoy día existen numerosos hídridos (Epiphyllum x hybridus o E. x ackermannii), las especies más hermosas son Epiphyllum caudatum, E. crenatum o E. anguliger.
Son plantas que pueden llegar a ser grandes, pero que generalmente rondan los 75-100 cm de diámetro. Todas ellas poseen tallos aplanados, crasos, provistos de un nervio central y articulados en segmentos de 15-20 cm de longitud variable según la especie (generalmente de 15 a 25 cm., característica que diferencia a estas especies de otras pertenecientes al género Schlumbergera o cactus de navidad, en las que los segmentos o artejos no superan los 5-7 cm). Las hojas se encuentran reducidas y son alternas, lo que propicia un aspecto dentado a los tallos. No presentan espinas. Son de color verde intenso, ligeramente brillante. La floración se produce en otoño o principios del invierno, tras un periodo de reposo que responde a un fotoperiodo de día corto-noche larga y a temperaturas frescas (inferiores a 22ºC y superiores a 12ºC). Las flores se desarrollan en el ápice de los tallos, son grandes y exuberantes, tanto por el color –del blanco al fucsia-, como por el aroma -intenso y agradable-. Las flores son solitarias, tienen aspecto tubular y están coronadas por una corola petaloide formada por numerosas piezas, que pueden persistir durante algunos días.
Esta planta necesita un sustrato rico en materia orgánica y bastante húmedo, ya que son organismos que proceden de las selvas tropicales de Sudamérica, véase México, Argentina o las Antillas, por lo que los riegos deben ser regulares durante todo el año, más en verano (dos veces a la semana). Prefiere temperaturas intermedias, lo que las hace ideales como plantas de interior durante el invierno y de exterior en la época estival, así como buena luminosidad (no tanto insolación directa).
La reproducción se realiza mediante esquejes de unos 20 cm de longitud, aunque también es cierto que fragmentos menores son capaces de arraigar en el sustrato fácilmente desarrollando las raíces tuberosas características de la familia.
Y poquito más…
Perteneciente a la familia de las Cactaceae, concretamente al grupo de los cactus epífitos –N.B.: se conoce por epífito a aquella planta que desarrolla su vida sobre otra, utilizándola como soporte, nunca parasitándola-, la pluma de Santa Teresa o el cactus orquídea (denominado así por sus llamativas flores) pertenece al género Epiphyllum. Aunque hoy día existen numerosos hídridos (Epiphyllum x hybridus o E. x ackermannii), las especies más hermosas son Epiphyllum caudatum, E. crenatum o E. anguliger.
Son plantas que pueden llegar a ser grandes, pero que generalmente rondan los 75-100 cm de diámetro. Todas ellas poseen tallos aplanados, crasos, provistos de un nervio central y articulados en segmentos de 15-20 cm de longitud variable según la especie (generalmente de 15 a 25 cm., característica que diferencia a estas especies de otras pertenecientes al género Schlumbergera o cactus de navidad, en las que los segmentos o artejos no superan los 5-7 cm). Las hojas se encuentran reducidas y son alternas, lo que propicia un aspecto dentado a los tallos. No presentan espinas. Son de color verde intenso, ligeramente brillante. La floración se produce en otoño o principios del invierno, tras un periodo de reposo que responde a un fotoperiodo de día corto-noche larga y a temperaturas frescas (inferiores a 22ºC y superiores a 12ºC). Las flores se desarrollan en el ápice de los tallos, son grandes y exuberantes, tanto por el color –del blanco al fucsia-, como por el aroma -intenso y agradable-. Las flores son solitarias, tienen aspecto tubular y están coronadas por una corola petaloide formada por numerosas piezas, que pueden persistir durante algunos días.
Esta planta necesita un sustrato rico en materia orgánica y bastante húmedo, ya que son organismos que proceden de las selvas tropicales de Sudamérica, véase México, Argentina o las Antillas, por lo que los riegos deben ser regulares durante todo el año, más en verano (dos veces a la semana). Prefiere temperaturas intermedias, lo que las hace ideales como plantas de interior durante el invierno y de exterior en la época estival, así como buena luminosidad (no tanto insolación directa).
La reproducción se realiza mediante esquejes de unos 20 cm de longitud, aunque también es cierto que fragmentos menores son capaces de arraigar en el sustrato fácilmente desarrollando las raíces tuberosas características de la familia.
Y poquito más…