Hoy le llega el turno al género Hippeastrum, una de las plantas bulbosas más cultivadas en todo el globo. Aunque hay cierto conflicto en la nomenclatura de este género, no debida a los taxónomos, sino a la confusión entre el nombre científico (Hippeastrum sp. pl.) y el vulgar (amarilis). El género Hippeastrum, oriundo de América tropical, y el género Amaryllis, otra bulbosa africana que incluye únicamente a dos especies conocidas, A. belladonna y A. paradisicola, son muy semejantes, aunque difieren sobre todo en la inflorescencia y las hojas. Cabe decir que ambos géneros pertenecen a la misma familia, la Amaryllidacea.
Los amarilis o hipeastrum, son plantas monocotiledóneas perennes oriundas del hemisferio sur, concretamente de América tropical (Brasil y el Caribe), incluso Chile y Argentina. Incluye a unas 75 especies naturales de las que han derivado multitud de híbridos (como “Red Lion” o “Floris Hekker”) dado su cultivo extensivo. Su parte vegetativa está constituida por un bulbo de gran tamaño, sobre unos 12-19 cm de diámetro, cuya parte superior es aérea, desde donde crecen las hojas, en número variable entre 2 y 7, simples e imbricadas, lineares, acintadas y anchas, ligeramente lanceoladas en el ápice, paralelinervias y con un nervio medio muy marcado, de una longitud entre 40-90 cm y de un verde intenso, brillante y ligeramente oscuro. De entre estas y durante la primavera (generalmente de abril a junio, aunque se puede forzar la floración en invierno), emerge la inflorescencia de tipo umbela, formada por un pedicelo o escapo grueso y tieso, que se estrecha conforme se acerca al ápice y de una longitud semejante a la de las hojas (alrededor de 40 cm o superior); sobre este despuntan las flores, en número variable de dos a siete –a veces incluso más-, grandes y llamativas, cuyo color va desde el blanco hasta el rojo, pasando por el rosa y el rojo-blanco variegado. La corola está formada por seis piezas consistentes y brillantes de naturaleza tepaloide que se unen en su base en un estrecho tubo. Posee seis estambres, algo curvados, que se disponen bajo el gineceo, cuyo estigma es trífido, como clásicamente ocurre con las monocotiledóneas. Su fruto es una cápsula formada por tres valvas donde están recogidas las semillas de color oscuro.
La reproducción de esta especie se suele realizar por hijuelos o por semillas, que se siembran en otoño en un sustrato rico en materia orgánica y con una parte arenosa. Los riegos han de ser espaciados y abundantes, en un ambiente luminoso y con temperaturas suaves. En latitudes como esta, es necesario protegerlos de las heladas.
Su nombre científico deriva del griego y quiere decir “estrella del caballero” por mantener la etimología de la nomenclatura inicial acuñada por Linneo para este género. Cabe decir que un alcaloide de Hippeastrum vittatum, la montanina, tiene aplicaciones en farmacología, concretamente como antidepresivo y ansiolítico.
Los amarilis o hipeastrum, son plantas monocotiledóneas perennes oriundas del hemisferio sur, concretamente de América tropical (Brasil y el Caribe), incluso Chile y Argentina. Incluye a unas 75 especies naturales de las que han derivado multitud de híbridos (como “Red Lion” o “Floris Hekker”) dado su cultivo extensivo. Su parte vegetativa está constituida por un bulbo de gran tamaño, sobre unos 12-19 cm de diámetro, cuya parte superior es aérea, desde donde crecen las hojas, en número variable entre 2 y 7, simples e imbricadas, lineares, acintadas y anchas, ligeramente lanceoladas en el ápice, paralelinervias y con un nervio medio muy marcado, de una longitud entre 40-90 cm y de un verde intenso, brillante y ligeramente oscuro. De entre estas y durante la primavera (generalmente de abril a junio, aunque se puede forzar la floración en invierno), emerge la inflorescencia de tipo umbela, formada por un pedicelo o escapo grueso y tieso, que se estrecha conforme se acerca al ápice y de una longitud semejante a la de las hojas (alrededor de 40 cm o superior); sobre este despuntan las flores, en número variable de dos a siete –a veces incluso más-, grandes y llamativas, cuyo color va desde el blanco hasta el rojo, pasando por el rosa y el rojo-blanco variegado. La corola está formada por seis piezas consistentes y brillantes de naturaleza tepaloide que se unen en su base en un estrecho tubo. Posee seis estambres, algo curvados, que se disponen bajo el gineceo, cuyo estigma es trífido, como clásicamente ocurre con las monocotiledóneas. Su fruto es una cápsula formada por tres valvas donde están recogidas las semillas de color oscuro.
La reproducción de esta especie se suele realizar por hijuelos o por semillas, que se siembran en otoño en un sustrato rico en materia orgánica y con una parte arenosa. Los riegos han de ser espaciados y abundantes, en un ambiente luminoso y con temperaturas suaves. En latitudes como esta, es necesario protegerlos de las heladas.
Su nombre científico deriva del griego y quiere decir “estrella del caballero” por mantener la etimología de la nomenclatura inicial acuñada por Linneo para este género. Cabe decir que un alcaloide de Hippeastrum vittatum, la montanina, tiene aplicaciones en farmacología, concretamente como antidepresivo y ansiolítico.
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